De las fuerzas armadas que defienden el reino humano


Del ejército del reino del ser humano depende el equilibrio de la justicia.

Debes saber que tu reino es tu hogar y una casa se sostiene sobre los cuatro lados de sus cimientos. Ese hogar eres tú.
Los cuatro soportes, garantía de tu soberanía, constituidos con la sustancia de tus atributos y carácter, son como cuatro generales que comandan un ejército para proteger tu tierra. Obsérvalos cuidadosamente, pues tu seguridad depende de ellos.

En este mundo tienes cuatro elementos, los mismos de los que todo el universo está hecho: tierra y agua, éter y fuego. Todas las influencias que puedan hacer daño en nuestras vida y existencia vienen de sus cuatro direcciones: de delante y de detrás, de nuestra derecha y de nuestra izquierda. Pon a tus cuatro generales con sus ejércitos a defender estas puertas para que protejan tu reino, tu vida y tu paz.

Tu estrategia para la batalla deben ser éstas:
Si tu enemigo te ataca por la derecha para cortarte la ruta al Paraíso, sus fuerzas más poderosas serán la lujuria y el amor por este mundo. A menudo se infiltran a través de tus filas como amigos. Solo el temor y amor a Dios será capaz de repelerlos; cualquier otra fuerza será engañada por ellos.
Si el enemigo te ataca por la izquierda para cortarte la ruta al Infierno, usará sus fuerzas de desesperanza, desaliento, odio, pesar y duda. La misericordia es tu fuerza para repelerlos. Gentileza, perdón y compasión los dominará y humillará.
Si tu enemigo te ataca por delante desplegará sus fuerzas de alabanza, auto engrandecimiento y arrogancia. Las fuerzas que lo detendrán es el conocimiento que sostienes entre tus dos manos.
Si tu enemigo ataca por detrás, sus fuerzas serán insidiosas, perversas imaginaciones para aplastarte y derrotarte, reemplazando la realidad con sueños. Solo tus ejércitos de agudeza, sagacidad y atención serán capaces de derrotarlos. Solo éstos detectarán este ataque, porque vendrá bajo el humo y el camuflaje de la imaginación, que imita la realidad, realzándola.

El divino gobierno del reino humano: Cap XIII.

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