Matrimonio alquímico

Decimos que el Sol es el gran organizador astrológico. Es la función capaz de dar concierto al cúmulo de estímulos interiores de forma que, cohesionados, puedan reflejar una identidad, un sujeto, una personalidad definida.

En lo micro y muy micro que es nuestra existencia, el Sol representa análogamente la máscara que contiene y proyecta una miríada de influencias interiores, las cuales, diferentes, quedan asociadas a UNA imagen que es la máscara (personaje), generando la ilusión de una persona dueña de las influencias que la atraviesan.

Puesto que vivimos sumergidos en plena ilusión, lo solar será visto y valorado como el poseedor de capacidades para organizar hábilmente alrededor de sí, los elementos y recursos que confirmen una y otra vez las tendencias de su carácter, de su propósito. Quienes poseen un Sol fuerte en su carta natal serán portadores de personalidad influyente, hábiles en la organización de lo que cae en su esfera, utilizando los recursos de la manera más convincente.

El Rey es el arquetipo solar por excelencia, su función es definir el reino y para ello confirmará una y otra vez su reinado, iluminándolo a fin de hacerlo cada vez más fuerte, potente y expansivo. La Fantasía y el Reino quedan bien discriminados entre sí. Es así como el Sol vuelve invisible a la Luna, hasta que ésta lo eclipsa eventualmente y el reino se alarma y preocupa por su estabilidad. Antiguamente los eclipses eran considerados un mal augurio para la estabilidad del reino. La Luna, como portadora de la fantasía, amenaza lo real, el dominio del rey, pues la fantasía es el espacio donde lo real es cuestionado. Cuando la Luna eclipsa al Sol hay peligro de inestabilidad.

Cuando por diversas técnicas de magia se abre demasiado el inconsciente (la Luna) ingresa mucho material de la fantasía al reino de la consciencia (el Sol) desorganizándola; este sería un ejemplo psicológico de la Luna eclipsando al Sol; mucho contenido reprimido que la consciencia no alcanza a ordenar producirá estados de inestabilidad y confusión en el individuo.

Es importante tener en cuenta que para que haya orden y estabilidad, algo debe quedar fuera. El Sol es el Yo consciente, la Luna el Yo inconsciente (lo que queda fuera). El mago busca unificarlos, trabajando muy especialmente para poder integrar consciente e inconsciente. Cabe decir que, unirlos es una amenaza al reino, es un acto subversivo, la muerte de la identidad, del sujeto como Sol dominado por la Luna.

El mago hábilmente buscará dosificar la entrada de la fantasía dentro del reino de la consciencia, obligando así a trabajar al Sol de forma antes inimaginable. De este modo, el Sol se vuelve tan plástico, flexible y fluido que adquiere una forma que le permite conectarse al inconsciente sin perder el eje, su función. Mediante este trabajo interno el Sol cambia su ADN, y la Luna también, hasta que se logra la unidad psíquica, el matrimonio alquímico. Allí es donde el hombre es Uno, un danzarín sobre la pista de su propio horóscopo.

Madejas Astrológicas / El Sol
Ficciones. Edición Dispersa

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