Hacerse cargo de que uno es el creador de su propia vida

Desarrollarse dentro de los límites que permite el contexto general y preferentemente social es no desarrollarse. Pero eso no quiere decir que uno deba cambiar ese contexto ni mucho menos rechazarlo, sino comprenderlo y en función de eso poder establecer una distancia interior respecto al sistema de leyes compartidas dentro de las cuales tenemos nuestro ser en el mundo.

«Fuerzas cósmicas han creado esta situación y fuerzas cósmicas la rigen. Y ustedes preguntan: ¿debemos dejar las cosas así o cambiarlas? ¡Vamos! Dios mismo no podría cambiar nada... Se puede escapar de la ley general, pero la ley general no puede ser cambiada... Pero un hombre puede cambiar su propia situación respecto a esta ley: puede escapar de ella.» Fragmentos de una enseñanza desconocida, cap 12.

Una cosa es la 3D como sociedad y otra cosa es lo que uno es como individuo. Como individuo más allá de la sociedad, individuo que no es un recorte particularizado de la sociedad, sino como entidad anterior a la sociedad. Ello que es lo más natural en mí, lo innato que es exterior a la sociedad e incluso a la naturaleza humana.

Recordarnos como individuos es un movimiento que debe estar presente en cada momento, debe estar aunado al presente mismo.

Si caminas al tiempo de los tiempos, no es en función de repetirte constantemente y reafirmarte en tu identidad pasada. El humano va hacia delante mirando el espejo retrovisor, el individuo va hacia delante y al mismo tiempo acompaña el camino que se va forjando. Si vas al tiempo de los tiempos, constantemente estás realizando movimientos nuevos, irreferenciables al pasado. La única seguridad aquí es la confianza en que uno nunca es el mismo y los tiempos tampoco, y en que el presente siempre es nuevo y nos demanda un compromiso muy fuerte hacia él. Que el presente tenga la cualidad intrínseca de la novedad no quiere decir que por ello deba ser amputado, porque cuando uno quiere dar cuenta de la novedad ya no está habitando la novedad.

El ser esencial, el Individuo como lo estamos definiendo acá nunca tiene garantías sobre sus decisiones ni sobre sus acciones.

Cuando en el espíritu reina la insatisfacción algo está mal, es un síntoma de que algo está viciado en el sistema. Y esa insatisfacción nos debe mover hacia la producción de un ser nuevo, no hacia una forma imaginada de satisfacción, sino hacia un ser donde no existen tales cosas como la satisfacción o la insatisfacción, un ser que entiende que esa moneda corresponde a otro nivel del ser, al nivel del ser de lo humano. La insatisfacción de la que hablamos es aquella que genera el vehículo (personalidad) de un ser nuevo, que va a poder dar expresión a la esencia en el mundo, revelándose a cada momento ante al mundo y proyectando su potencia hacia el mundo y a la cotidianidad humana.

El presente es en conjunción con mi ser, que siempre se encuentra en el Presente

En este proceso de reconfiguración de lo humano hacia su equilibrio, hacia su verdadera razón de ser, que es un simple vehículo y puente (y digo simple, porque desde la perspectiva de todos los prejuicios habidos y por haber, lanzados hacia el humano, verse a sí mismo como vehículo sonará simple, pero eso no quiere decir que de hecho sea un lugar simple), el quiste que es la personalidad mecánica acompaña cuando no se le presta tanta atención, vinculándose con ella, poniéndole límites, educándola a partir de no acceder a sus reclamos y deseos caprichosos.

Hay esquemas constitutivos que son insertos en nosotros para el desarrollo de la personalidad mecánica, que deben dejar de ser constitutivos para pasar a ser provisorios.

Cuando uno hace porque «tiene que hacer», cuando uno dice «tengo», de forma subliminal se está proyectando la responsabilidad sobre otro, se está figurando otro imaginario cuyo dedo acusador nos juzga pero también nos libera de la toma de decisiones esenciales que siempre son disrruptivas, que siempre son nuevas, que siempre corren al tiempo de los tiempos. Ese otro imaginario es determinante sobre el ser, es decir: lo determina, le fija los límites ante los cuales luego nos quejamos considerando desde lo profundo que no hay nada que la voluntad pueda hacer al respecto.

Fragmentos extraidos del texto Adar
Ficciones, Edición Dispersa