Karu Samsu

«Esta carta y su gemela, XIV, Arte, son los Atu más oscuros y difíciles. Cada uno de estos símbolos es doble en sí mismo, de modo que los significados forman una serie divergente, y la integración de la Carta sólo puede recobrarse mediante repetidos emparejamientos, identificaciones y alguna forma de Hermafroditismo.
…la reacción es siempre igual y opuesta a la acción. Esta cuestión es, o debiera ser, simultánea en el mundo intelectual, donde no hay gran intervalo de tiempo entre dos fenómenos relacionados; la formulación de cualquier idea crea su opuesta casi en el mismo momento. Lo contrario de una proposición dada está implícito en sí misma. Esto es necesario para que se preserve el equilibrio del Universo.
El personaje encapuchado que ocupa el centro de la Carta es otra forma de Ermitaño, está completamente velado, como para indicar que la razón última de las cosas se halla en una esfera que está más allá de la manifestación y el intelecto. Sólo dos operaciones son posibles: análisis y síntesis. Aparece de pie en el Signo del Que Entra, como si proyectara las misteriosas fuerzas de la creación. Alrededor de sus brazos se ve un rollo de pergamino que sugiere el Verbo, que es a su vez la esencia y el mensaje de este mismo personaje. Pero el Signo del Que Entra es también el Signo de Bendición y de Consagración; así que su acción en esta carta corresponde a la Celebración del Matrimonio Hermético.
La esencia del análisis es el continuo vaivén de ideas contradictorias. Este es un símbolo de dualidad.» Crowley.
Sólo los niños pueden jugar, luego sobreviene la enfermedad social de «la lujuria por el resultado».
Sobre tal particular lujuria los sentidos[1] se forman, lleva años de trabajo.
Sanar tal particular enfermedad manteniendo cultivados los sentidos, lleva años de trabajo,
actualizando cada comprensión de todos los tiempos vividos,
de las memorias que permanecen y las que aún están por llegar desde lejos, desde muy atrás.
Una vez curado, el niño volverá a jugar,
aunque aún es un niño.
Sus juguetes se multiplican cuando él ponga su atención en ellos.
El mundo entero se devela parque de diversiones,
verá a los santos bailar y amará la vida,
recordando que el resultado siempre perteneció a Dios,
aunque aún sea un niño.

[1] Cada una de las facultades que tienen el hombre y los animales para percibir las impresiones del mundo, tanto exterior como exterior.

Comentarios

Publicar un comentario