Canción de las Doncellas de Jade

De interferencias entre el Creador (el Uno) y sus criaturas surge el tiempo y el aparente movimiento en el mundo. El cielo es condición del espíritu, cuya consciencia, al nacer, finaliza el ciclo que ya no puede obtener salvación en la oración. Sin interferencias el mundo dejaría de existir, si el camino estuviera bloqueado el mundo dejaría de existir. La Inmortalidad para nosotros es haber destruido el mundo por el cultivo constante del espíritu y la criatura hasta que no existan más interferencias, y ambos también dejen de existir.

El Creador no puede nunca ser como los dioses —cápsulas de la luz divina para su contraste que también es parte del movimiento del mundo.

Los Nueve Libros conducen a que el Espíritu de Ninzuwu atraviese el mago en el Bautismo del Antiguo, no pueden leerse sino sólo recordarlos, son una fórmula para que el espíritu se recuerde a sí mismo. De la presencia de cada sueño mana la comprensión del mundo, pero cuando es intermitente éste no deja de existir y surgen rápidamente el tiempo y el movimiento, aunque deformados por la intermitencia del Ninzuwu. En la presencia de cada sueño la vida presente da forma a las piedras del destino. En la presencia de cada sueño los nueve sueños ocurren y cada acontecimiento es ofrendado a la presencia de los nueve, y así retornan al Creador, o el Amante.

Si la belleza del Sendero de Ninzuwu pudiese expresarse en palabras, una extática iniciación ocurriría en su lectura. Aunque la iniciación no sea obtenida mediante las palabras se puede lograr, y luego ver más allá de las palabras, en la energía que portan y recordar los nueve sueños y producir el éxtasis por medio de ellas, unas Huellas del Cuervo.

Las Huellas del Cuervo son las estrellas andando a su alrededor, cada evento en la vida son las Huellas andando a su alrededor, cada centro de cada galaxia es un Cuervo, y como el centro está en todas partes, en todas partes hay un Cuervo. El Cuervo es todo en uno y uno en todo, todos los Cuervos son el Cuervo y el Cuervo son todos los Cuervos, pero no debe creerse que todos son el mismo Cuervo. Una de las razones por las cual es muy difícil comprender la naturaleza del Cuervo es el lenguaje y la lógica humana que el Cuervo Johuta puede sortear.

Oculta detrás del sol se encuentra Johuta, un espejo que no siempre refleja lo que recibe. Es así que mientras Johuta percibe el mundo tal cual es, sus manifestaciones reflejas varían mucho en las casas cuyos amos no están presentes. Para el espíritu que se recuerda a sí mismo suele aparece como una esfera negra y brillante, allí en el centro oculta detrás de la consciencia; de este lado aparece como la seducción del espíritu por la forma -en lo alto de su celo.

Es entregado entonces, en el Bautismo del Antiguo, el símbolo de Ninzuwu por la Consorte de Nyarzir, y el mago se convierte en Cuervo.

Los Ninzuwu son los custodios de las estrellas de este lado del espacio y del otro, por lo tanto son también los custodios de las Huellas del Cuervo. Eclipsados por los Hijos de Aho, los espíritus de los muertos, los hombres no puede verlos, pero ellos están ahí, custodiando las estrellas y obedeciendo al Cuervo.

En Lewhu, las tierras místicas de Nyarzir, suelen encontrarse los Ninzuwu, magos del Yi-Jing, donde constantemente se transforman en Cuervos, debilitando o fortaleciendo la Interferencia según las Huellas lo dicten. Estas tierras circunvalan el Trapezoedro Brillante -trono de La Consorte.

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