Sobre las famosas relaciones «compatibles - inarmónicas»

Típico en parejas o en relaciones donde siempre hay fricción, pero al mismo tiempo quedamos prendidos a ellas. Son relaciones que nos hacen repensar nuestro modo de ser, donde nos sentimos compulsados al cambio e inclusive nos reflejamos nuestras falencias. Todo es más intenso aquí, incluso el “amor”. La relación desprende tanta energía que un encuentro es suficiente para dejarnos pensantes toda la semana.

Son relaciones donde elementos como la velocidad y el ritmo se acentúan. Con lo cual ciertas estructuras tambalean, y demasiado tambaleo puede hacerlas quebrar; antes de ello, si se quiere preservar la autonomía psíquica, es probable salir corriendo de la relación evitando el alérgeno que nos hace estornudar. Hay casos donde sucede lo contrario, las estructuras se quiebran y hay una enorme transferencia de poder hacia el otro, que vuelve al individuo dependiente de las estructuras del más fuerte, el otro en este caso.

Por si todavía no se dieron cuenta, no podemos hablar de poder y de relaciones amorosas como si fueran dos cosas separadas. Cuando entran estos temas todo se nos vuelve complicado, contaminado, confuso, y dejamos de entendernos con el otro. El intercambio de información psico-mental-emocional se corta de cuajo. ¿Por qué? Porque ya no hay dos individuos, sino una masa de egos que pujan por diferenciarse uno a costa del otro. Como sucede con el ego cuando se pone allí el acento de nuestra seguridad e identidad. Llegado este punto, para toda acción correctora es demasiado tarde y la relación se desmorona.

Poca gente logra darse cuenta, con suerte y muchas malas experiencias, dónde nacen los brotes viciados del árbol que va a desplomarse sobre la relación. Los brotes aquí son los del apego, la suposición, la decisión sobre el otro, la inclusión del otro en la organización que uno está acostumbrado a hacer de sí mismo, y tantas cosas más que hacen perder las individualidades en pos de una fusión que no hace más que atentar sobre el ego. Cuando los individuos se funden, dejan de ser individuos para convertirse en fuerzas que se nutren una de la otra buscando emerger SOBRE la otra.

Entonces ¿Por qué no respetamos desde un inicio la Individualidad del otro y hacemos respetar la propia? Porque eso no nos permite forjar lazos que después garanticen la continuidad de la relación cuando haya pasado el proceso de enamoramiento químico, recientemente descubierto por la ciencia. Así de simple. Pero ¿Y el compromiso?...

El compromiso nunca puede ser hacia un igual, si puede ser ante un superior (el padre, el jefe), o hacia un inferior (las cosas, los animales, los hijos) que necesitan de nuestro compromiso para su cuidado. El compromiso en las relaciones de pareja no debe ser sobre el otro, porque el otro es un igual, sino sobre algo mayor que el otro, a lo que el otro también decide comprometerse a su forma y manera. Ambos nos comprometemos a crecer, a construir esta empresa, a dar amor al mundo, etcétera. Pero cuando uno se compromete al otro aparece la dependencia, y luego la sensación de poder, que no tarda en convertirse en abuso de poder por parte de una de las partes, y la otra hace berrinches para soltarse en una tensión que vitaliza a las partes una gran cantidad de tiempo. Son esas parejas que se alimentan de las tensiones por el placer enorme que les genera las reconciliaciones: Una forma de gastar la energía que nos ha sido dada como humanos porque no encontramos mejor cause para la misma, en fin, una forma de descarga que libera las mismas endorfinas en la cama que aquellas haciendo una hora de spinning.

¿Y cómo se puede aplicar el respeto por la propia Individualidad y la del Otro?

Simple, entendiendo que no existe una causa externa a nuestros problemas, que el otro nunca es la razón por la cual no nos sentimos felices, que sus acciones no tienen nada que ver con nuestros aciertos o desaciertos, que el otro no es responsable de nuestro sentir, que el otro no es la garantía de nuestros más hermosos estados de enamoramiento.

Entender que nos acompañamos y nos respetamos uno al otro haciéndonos responsables de nosotros mismos; y entendiendo que uno mismo es más que sus pensamientos y su piel, sino todo lo que cae en la esfera de la percepción. Y que en cada momento estamos eligiendo acompañarnos, que la continuidad en la relación es una suma de elecciones. Creo que ese es el mensaje que quiere transmitir la película "50 First Dates", donde la memoria no hace lazo sino la constante y renovada elección de volver a amarse, de volver a aceptar y volver a seducir como la primera vez.

Entender la diferencia entre poder decidir cada día, y dejar de hacerlo porque estamos tan atados que ya no hay elección alguna para realizar, porque el otro ya no es Individuo y Uno... tampoco.

Madejas Astrológicas / Sobre el famoso «¿Somos compatibles?»
Ficciones. Edición Dispersa

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