Cáncer, el protector.

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Transcripción personal del libro: «La astrología como ciencia oculta», de Oskar Adler.

El Hombre de Cáncer conoce el miedo muy temprano en la vida, consecuencia de un profundo sentimiento de desprotección ante sus semejantes. En respuesta a ello, seleccionará de su ambiente inmediato candidatos para su Guardia de Corps, la cual consiste en un entorno que le brindará la envoltura protectora de la cual carece.
El Hombre de Cáncer tiene una capacidad peculiar de selección, segregación o filtrado, de experiencias e impresiones que recibe del afuera que le permite recrear una y otra vez su mundo con el fin último de maximizar su protección. Lo que distingue al Hombre inferior del superior, bajo la vibración de Cáncer, es si ese proceso está motivado por un miedo egoísta o por la voluntad altruista de generar espacios contenedores para los que verdaderamente lo necesitan (Aclaro: la intención de no ser egoísta no lo hace a uno exento de egoísmo, digo esto para evitar un malentendido común). Describamos la primera motivación de este proceso. Es habitual este registro selectivo que tiene el Hombre de Cáncer de las experiencias; si se observa con atención, son priorizadas las experiencias donde afluye una corriente de simpatía hacia él, así como desechadas las de antipatía. Muchas personas conocen esto con el famoso «Si lo tratas mal a Cáncer, fríamente, o sin contención y afecto, se cierra, se pone hermético», este cerrarse es literal, se puede ver en sus ojos como no está registrando nada de lo que está recibiendo por parte del otro. Esta misma mecánica aplicada al registro de experiencias se repite en la selección de los que conformarán su Guardia de Corps, aunque, en este caso, aplicado a personas.
Quien sea proveedor de simpatía hacia él será un candidato, los otros serán desechados para el puesto. Obviamente, el Hombre de Cáncer, en tanto Hombre de Agua, desarrolla muy tempranamente una gran agudeza para captar las corrientes afectivas que le afluyen. Siendo receptivo al principio de la interacción, más bien deja que los estímulos del otro vengan a él, sólo así puede realizar una lectura inequívoca. Aplica naturalmente el procedimiento de segregación-filtrado, conservando sólo portadores de simpatía. Y es preciso comprender aquí que la simpatía que se requiere para ser candidato debe de ser incondicional, en el más grave de los casos; o claras demostraciones de aceptación-comprensión, sin críticas ni juzgamientos, en el menos exigente de los casos.
Una vez aceptado el candidato, debe pasar otra prueba, consistente en demostrar las siguientes predisposiciones:

1) Estar necesitado de una ayuda que sólo el Hombre de Cáncer le pueda brindar. 2) Estar colocado en un plano inferior al de él. 3) Ser admirable en un área que no suponga ni devenga en un gobierno sobre él. Y ampliemos…


1. Es importante para el Hombre de Cáncer tener algo que brindar para, de este modo, atar al otro haciéndolo dependiente. Generalmente el Hombre de Cáncer posee una sólida calidez emocional que irradia a quien, o no la tiene en sí mismo, o no la recibe de otros.
2. Es preciso que el Hombre de Cáncer se sienta superior al candidato, condición necesaria para erradicar cualquier temor. La superioridad también suele estar dada por una entereza emocional, basada en una fuerte estructura familiar, en una marcada ausencia de complejos, en claridad respecto a su rumbo en la vida. Los ejemplos pueden ser miles, aunque siempre asociados al contexto afectivo. Es muy común ver al Hombre de Cáncer buscar ser el centro o único alimento emocional de su pareja, la cual despoja sutilmente de otros afectos que puedan servirle de alimento, lo que constituye una amenaza para la dependencia requerida en el punto 1.
3. Recordemos que el candidato es para formar parte de su Guardia de Corps y, por consiguiente, no puede ser un estúpido, aunque así lo sea en el área donde el Hombre de Cáncer tiene su gobierno: lo emocional. Se desprende lógicamente que las personas muy cerebrales, o excesivamente trabajadoras, suelen ser excelentes candidatos ya que son fuertes allí donde al Hombre de Cáncer no presupone una amenaza sino, todo lo contrario, una ayuda.


Obviamente la búsqueda de candidatos para su Guardia de Corps no es cosa sencilla. Así como una especie desarrolla habilidades asombrosas para su supervivencia, el Hombre de Cáncer también. 


¿Qué hace el Hombre de Cáncer cuando se halla en un medio a través del cual no le llega ninguna clase de simpatías?
Se adapta. Cuando no tiene más remedio, seduce, conquista mediante el halago y el mimetismo, evita de sobremanera el «choque». Configura una parte esencial de la diplomacia que en la vida despliega el Hombre de Cáncer cuando se siente demasiado débil para luchar abiertamente, diría el maestro Adler. El pasar desapercibido y un deliberado hablar poco de sí mismo para no sentirse expuesto, minimizando así las críticas al máximo —ya que constituyen lo opuesto a la simpatía que requiere—, le darán el aura de protección que requiere en dicho entorno. 


¿Cómo se relaciona con la gente que pueda llegar a ser superior a él?
Le atraerá en principio y buscará rápidamente algo para brindarle a cambio, algo que el otro necesite lo suficiente para volverlo dependiente. Pero rehuirá de esa gente, no importa a qué costo, si no encuentra lo que busca. Son personas peligrosas para el Hombre de Cáncer. Obviamente es una frustración para su fina sensibilidad de Hombre de Agua no dar con la necesidad emocional del otro y suplirla. 


¿Cómo actúa en un medio profesional y competitivo?
Obviamente es un medio muy agresivo y peligroso para el Hombre de Cáncer. Suele desarrollar una falsa humildad, digo falsa porque en realidad es más una mecánica de protección que un sentimiento genuino. Minimiza, o directamente oculta, sus méritos frente a sus compañeros y/o competidores. Desarrolla un sentido diplomático genial y estrategias defensivas casi infalibles, recordemos que muchos presidentes son y han sido portadores de un Sol canceriano en sus cartas natales. Es interesante la forma en que ataca el Hombre de Cáncer, o la manera en que se protege, y desecha a sus competidores en ambientes de trabajo hostiles. Rápidamente «hace nido», genera pertenencia de otros hacia él y desde ahí, en calidad de «representante del nido», ataca. Es increíble cómo se ve esto en la historia de los partidos políticos en un país canceriano como Argentina, pero eso es otro tema. 


¿Cómo actúa frente a su Guardia de Corps?
Es decir, allí donde se siente fuerte y capaz de gobernar. El maestro Adler dice: impone de inmediato su tendencia a erigirse en tirano, a obligar a quienes pertenecen a él a que lo ayuden a soportar sus padecimientos y a conllevar sus alegrías. El Hombre de Cáncer es extremadamente sensible ante cualquier alteración en el flujo de la simpatía de su guardia de corps hacia él. Se «enferma» ante cualquier discordancia que puede haber entre él y su Guardia de Corps. El Hombre de Cáncer es sumamente dependiente hacia su Guardia de Corps, el hecho de que sea una guardia y no una persona única es lo que le permite ante un problema con uno “cambiar de favorito” rápidamente, «sustituirlo hasta restaurar la avería». Para que la manzana podrida no pudra las demás, el Hombre de Cáncer suele tener grupos de Corps perfectamente discriminados entre sí, que no se tocan ni se mezclan. Yo tengo una amiga, es como mi hermana, cuando está mal con el novio se apoya en mí, y cuando está mal conmigo se apoya en el novio. ¿Si conozco al novio? Lo vi muy pocas veces y no hablé mucho con él, ella se encargó de que no lo soporte. (sea la autoreferencia disculpada y entendida como un ejemplo ilustrativo).


¿Y cómo actúa cuando un Guardia de Corps tiene problemas con él?
Obviamente la pérdida irremediable de un Guardia de Corps es terrible, considerando lo difícil que es conseguirlos y el consiguiente gasto enorme de energía que implica la conquista de un nuevo ser humano. El Hombre de Cáncer llora por cada alma que escapa de su órbita, y llora por mucho tiempo.
Recordemos que su Guardia de Corps es dependiente del alimento que el Hombre de Cáncer le brinda. Si un G.C. se vuelve independiente del alimento que el Hombre de Cáncer le pueda brindar podría detonarle temor, e incluso parálisis, en astrología ello supone una agitación de la Luna como fuente extra de protección. Ante esto, suele resolver la cuestión de dos maneras: o devasta o huye. Dice Adler a este respecto: Su lema es el de huir a todo precio. De este modo nos presenta el cuadro de un sujeto cuyo miedo a la vida no aporta más frutos que el de un sistema de protecciones personales, disponiéndose de esa manera una estrategia puramente defensiva, vale decir que la táctica principal será, en todos los casos, de la retirada. El mecanismo de retirada en el Hombre de Cáncer merece un artículo completo, es muy interesante, aunque no ahondaremos en el tema más que lo dicho.
Si por un momento un guardia de corps corta el flujo de simpatía o demuestra independencia para con su alimento, el Hombre de Cáncer puede llegar a sentirlo como un ataque, como una traición o, incluso, como la sublevación de un Guardia, y lo expresará a través de sus estados de ánimo, echando una reprimenda sobre el traidor. He aquí el secreto de los rotundos cambios de humor en el Hombre de Cáncer.

¿Obviamente la pareja debe ser un Guardia de Corps también?
Claro que sí, independientemente de la posición de Venus o la Luna. Toda la mecánica descrita se ve por demás en la elección de pareja, vemos como el varón canceriano limita el crecimiento independiente de su pareja, o como la mujer puede aniñar al hombre hasta volverlo indefenso ante el mundo.. y asustado. Esta tiranía del sentimiento puede ser cruel y está basada en el miedo, que siempre suele ser una mala interpretación social sobre una estructura personal que el individuo toma prestada y hace suya —no la revisa, y se la cree. Por lo tanto, sobre la baldosa del miedo se constituye la psicología del Hombre de Cáncer inferior, que deberá deconstruir, no para volverse un Hombre de Cáncer superior, sino simplemente para ser libre… que no es poca cosa para este contexto energético.

Tratar con el mundo, para quien debe protegerse con la materia misma del mundo a través de una cuidada selección de vínculos, no es cosa fácil. Su permeabilidad psíquica ante cualquier vínculo, su capacidad para percibir amenazas rápidamente, su fina sensibilidad para detectar la necesidad emocional en el otro y suplirla. Todo este refinado sistema de protecciones personales, con el agregado de una capacidad de selección de impresiones que le permite recrear su mundo una y otra vez a fin de hacerlo más fuerte y protegido, conlleva un enorme consumo energético.
Fuera del mundo, queda el reino de la fantasía para compensar los sinsabores y amarguras de la realidad. A este respecto, Adler nos habla del «soñador diurno», habitante en este reino de la fantasía, cuyas maravillosas plantas se riegan diariamente con agua de deseos insatisfechos, donde crecen árboles cada vez más espléndidos, de dulces frutos que jamás empalagan; allí cuelgan muy alto racimos de uvas agrias de una realidad que no atrae.
¿Quién sería capaz de rechazar el reino de la fantasía? ¿Quién acaso rechazaría la habilidad para fecundar con arte y magia las experiencias elegidas para transitar? El Hombre de Cáncer tiene ese poder, y la distinción en su evolución estará dada por lo ya dicho: si ese poder es motivado por un miedo egoísta o por la voluntad altruista de generar espacios contenedores para los que verdaderamente lo necesitan. El Hombre de Cáncer es aquél capaz de convertir una casa en un hogar, restaurar el acuerdo implícito de cuidado, mutua protección y fidelidad (en un sentido más profundo que la pertenencia sexual hacia el otro) en los vínculos. Restaurar la calidez no es poca cosa, porque es el afecto quien en última instancia educa, forma y toca el alma. El sentido del arte es tocar el alma, provocarla hasta que sus repuestas inunden la psiquis de nuevas sensaciones que, sin lugar a dudas, enriquecen a cualquier hombre y, por sobre todo, abren a un nuevo lenguaje. Un lenguaje que cada día está más devaluado por considerarse debilitante comparado al modelo frío-informático-lógico que se impone, una moda que día a día se aleja más de lo natural. Aquello que puede detonar una respuesta en la sensibilidad, en el alma, nutre de un alimento que se convierte luego en la motivación y voluntad para fortalecer la fría inteligencia informática-lógica, si ello se desea. Los más grandes genios como Leonardo o Einstein han sido también seres sumamente sensibles, con una prodigiosa imaginación que ha sido un alimento fundamental para su inteligencia, y la motivación para continuar con el desarrollo de sus obsesiones.
Nos recuerda Adler llegando al final de su disertación sobre el Hombre de Cáncer: Nuevamente debemos recordar que la característica de todos los que aún no han madurado lo suficiente como para situarse en un plano evolutivo elevado, es la de aferrarse al peldaño a que han llegado o la de encerrarse en su egoísmo. En nuestro caso, este egoísmo se refiere a la esfera del sentimiento, y va unido a la arriba descrita tiranía sentimental.
El sentimiento, cuando no es egoísta es definido como aquella fuerza capaz de generar un ambiente, un mundo, dentro del cuál pueden emerger las mejores cosas. El ejercicio de la fantasía capacita al Hombre de Cáncer para servir al arte, recreando sus sentidos y aumentarlos.
Para evolucionar, todos los signos aprenden de su opuesto complementario. Cáncer aprender de Capricornio a servir de manera superior. El Hombre de Cáncer comienza rebajándose a servicios cuyo único fin es el de llegar a depararle el derecho a dominar las almas. En el Hombre de Cáncer evolucionado no hay tal necesidad porque ha reinterpretado el miedo, lo ha vencido. Es así que su servicio y misión es emplear la agudeza y sensibilidad —que le fueron dadas de nacimiento a su cuerpo psíquico— en la curación, en el alivio de los demás.
El Hombre de Cáncer es el filtro psíquico de todas las fuerzas que luego obrarán en el mundo exterior por la acción del hombre. El Hombre de Cáncer será el que quite de esas fuerzas todos los elementos que pudieran dañar el patrimonio psíquico. Esto es una realidad sutil pero contundente. En los hombres altamente evolucionados de Cáncer veremos su capacidad segregativa para separar lo útil de lo inútil, para alimentar al psíquicamente hambriento y librarlo de lo nocivo fortaleciéndolo para salir al mundo. Representa así la función protectora y nutricia de una Madre en su sentido más puro y aplicado hacia el mejoramiento general.

¿Y el Hombre de Cáncer poco evolucionado?
Utilizará su agudeza psíquica en su exclusivo provecho, garantizándose así mismo el alimento que le aportará el magnetismo necesario para mantener su Guardia de Corps. Ante el intento frustrado huirá sin cerrar, sin resolver, presentándose al fin y al cabo como un sujeto cuyo miedo a la vida no aporta más frutos que el de un cuidado sistema de protección pasivo, y cuya única acción ante el riesgo será la retirada.
Cuando el Hombre de Cáncer es egoísta —lo que equivale a decir: acumula el alimento en vez de brindarlo, o reciclarlo— se le cierra el mundo. En un mundo clausurado se genera un círculo vicioso donde aumenta el hambre al mismo tiempo que la escasez. Todo ello refuerza el ombliguismo con una lógica contundente. «¿Cómo puedo brindarme a ayudar si no me puedo ayudar a mi mismo?». La abolición del egoísmo no se trata de olvidarse de sí mismo, sino de entender que uno es también todo lo que sucede alrededor, y que cuánto más se profundice la diferencia formal entre Uno y los demás más polarizada se hace la realidad de Uno vs El Otro. Siendo el primer caso egoísmo y, el segundo, falso altruismo que en el fondo busca sentirse superior en relación al otro. Ambos casos constituyen al Hombre Inferior de Cáncer y de cualquier otro signo. En el Hombre Superior de Cáncer jamás podría haber tendencia a la superioridad sobre el otro, porque el otro y él mismo comparten una misma estructura que requiere de protección, una que el Hombre de Cáncer puede dar a ambos sin constituirse en amo de protegidos, de los cuales se sirve para su Guardia de Corps. A través del Yo puede fluir la energía de Cáncer para brindar protección, contención y nutrición a otros y a sí mismo. El Yo trabaja para esta energía en el Hombre Superior, mientras que el Hombre Inferior pretende hacer trabajar esta energía para el Yo y la consecuencia es la miseria de un mundo que se cerró.

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