Un mundo perfecto


Martes, levantarse de la cama, higiene y chequear la temperatura en la televisión. Me quedo viendo la temperatura de otros lugares para ver cómo está el resto del país. Por suerte acá hay sol, o sea, hay buen clima, así que arranco para el trabajo. Como buen trabajador iré a esas ocho horas que me darán acceso a mi plato de comida, a dignificarme con el trabajo que me permitirá salir y encontrarme con un par de amigos a la salida para tomar algo por ahí.
¡Ups! Pasó el tiempo y no terminé con todo, me quedo haciendo horas extras, paso la salida con mis amigos para otro día y me encuentro con mi chica, ella que la necesito tanto, ella que le da razón de ser a mi existencia, ella con quién sueño casarme, tener hijos y tantas cosas más. Juntos podemos crear un mundo entero. Así que salgo de trabajar y me voy por ella, en la calle me cruzo con un músico, no me acuerdo bien cómo se llama pero lo vi el otro día en la tapa de una revista hablando sobre su enfermedad, pobre. Lo real es que me lo cruzo y le pregunto cómo está, pero no contesta. Repito, sigue de largo. Podría haber saludado aunque lo entiendo, estos tipos no tienen la culpa, es culpa de una sociedad que les da de todo: admiración, le regalan lo que come, lo que viste, es obvio que esté en otro lado con la cabeza. ¿Y esa revista que salió? Interesante el perfil que tomó poniéndolo a él en la tapa, así como la semana anterior había publicado sobre la tragedia en un tren. Tanta tristeza en esta ciudad pero al menos es un lugar de códigos. El que nació de una forma es así y no cambia, las convicciones son un valor y el mantenerlo ante toda adversidad su fortaleza.
Basta de distraerme que tengo una profesión respetable y antes de llegar a destino tengo que pasar a buscar unas cosas para mañana poder empezar bien el día trabajo, como un buen profesional.
Al final llego, ella tan linda, tan estética, con esa falda que tanto me gusta y esos tacos que tanto la estilizan, siempre tan pulcra. No entiendo cómo me pude haber resistido alguna vez a que se ponga esos pechos tan redondos, tan perfectos. Por suerte es mía. Unos besos y la invito a comer afuera, al restaurante de moda. Le encanta el lugar, le encanta la idea, lo que hace que no nos importe esperar un ratito para sentarnos. Al fin y al cabo el hambre que tenemos puede esperar media horita.
Mientras esperamos aparece uno de estos que hacen monerías y piden una moneda. Nunca entenderé a los artistas, tan desprolijos, viven en la estratosfera, viven en otro planeta. No les importa nada. Bueno, al menos sirven para que el tiempo pase un poco más rápido mientras esperamos y nos acordamos de un payaso similar a ese que estuvo en el último casamiento que fuimos.
Comemos tranquilos y gracias a Dios llego entero para volver a casa no tan cansado. Cuando lleguemos todavía tendré que hacer mis ejercicios de respiración que nos enseñaron en aquel curso. Debería evaluar volver a ese curso algún día, pero era tan caro. Termino de respirar, y para una relajación total tomo un cuarto de pastillita que me ayudará a dormir.
De repente freno y veo que nunca arranque. Me siento más que dormido, me siento muerto. Me siento que creía ser lo que todos son. Ese día fue el que nací.

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