24. Cabalah y árbol de la vida

Cabalah y árbol de la vida
La palabra Cabalá, que también la podemos ver escrita como Kabbalah, Cabalah, Qabalah, significa tradición. En hebreo es llamada QBLH, Qabalah, la cual es una derivación de la raíz QBL, Qibel, que significa recibir.
La transmisión de este saber sigue métodos distintos a los de las ciencias convencionales. Dada la naturaleza de la enseñanza esotérica, su saber tan profundo y simbólico, resulta muy difícil comunicarlo a las masas sin disminuirlo. En el afán de comunicarlo, o tal vez porque se puso de moda, las postrimerías del siglo XX se han visto plagadas e infectadas por literatura light o new age, confundiendo más en vez de «comunicar» la ciencia esotérica.
El arte del maestro en cabalah radica en poder realizar esta transmisión, siempre que el discípulo esté preparado para recibirla.
Por ser la Kabalah tan sutil para transmitir, su enseñanza se relaciona con la Alquimia, representando en sí misma una transmutación interior e implica lo mágico. 
La Kabalah mágica, distinta de la rabínica, nace en órdenes laicas y toma sus “panteones” de grimorios no considerados por el rabinato. El material mágico más esencial siempre fue el grimorio (lista de espíritus y sus métodos de contacto por parte del mago). Los grimorios cuyas entidades tienen nombre hebreo formará parte entonces de la Kabalah mágica. Y de esta nos dedicamos nosotros. Claro está que el contexto teórico de dichos grimorios sí puede vincularse a la literatura mística judía, pero nunca fue método de magos referir a dichos marcos, sino más bien a la experiencia que va en sí misma desarrollando una tradición que hace de mejor referente y marco. El mago es un ser de la experiencia y no de la teoría a priori o la fe. 
Las órdenes donde se ha desarrollado el sistema cabalístico del que hablamos pertenecen a lo que llamamos occidente, ya que sus métodos difieren de oriente –sin duda la cuna de lo espiritual. Occidente es más brusco en su formación mágica. Quizá más agresivo, ya que la excesiva forma en la que ha caído occidente requiere de una espiritualidad muy potente para compensar. Y con forma no sólo nos referimos a una mentalidad materialista sino también a la necesidad por parte del occidental a dar causa de los acontecimientos de su vida. La psicologización de la vida en un teorema racional elegante parece un requisito en el occidental que se acerca a un conocimiento de sí, y es serio en su aproximación.
Es así, que las órdenes mágicas modernas occidentales no van con vueltas, es así que muchos magos modernos nos hacen pasar por terribles amansadoras descristalizantes, es así que ordenes como Chaos Magick o Topi, nos meten de lleno en la magia quedando uno en el aire por el acceso de terribles fuerzas que flexibilizan nuestras rigideces. Pareciera no haber tiempo, como aquella parsimonia de la antigüedad donde el tiempo, la disciplina, el estudio, y las largas introspecciones aseguraba un lento paso sin pausa a la Iniciación. 
En mi experiencia he aprendido que a nosotros, occidentales, las agrupaciones de espiritualidad oriental hacen mucho para exaltar el yo en sus efectos al no prestarle la debida importancia, mientras que las ordenes modernas de magia occidental nos meten en una licuadora psíquica provocando una fragmentación tal, que sin duda nos lleva a la antesala de la locura. 
No es que no me convenzan las ordenes o agrupaciones, incluso me parece sano que esto sea así, ya que sus métodos nos obligan a prestar mucha atención a nuestra voz interna, aprendiendo a escucharla, y a fortalecerla. Nadie nos dice esto. Y por esa falta de atención a la voz interior (y su conocimiento) tendemos a buscar afirmaciones proyectando autoridad por todos lados, desde agrupaciones e íconos hasta en superficiales yoes nuestros, más productos de la herencia cultural, social y familiar que creaciones propias. Las primeras nos exalta la culpa catolica de “estaré haciendo bien?” y el superyó tiránico judío del “así no es como debe ser!”. Las segundas, exaltan el espíritu reactivo, cual emancipación adolescente se revela contra todo lo que intente imponerle reglas a la vida. 
¿Cómo salir de esta paradoja? No se sale. “Se Juega”. Se oscila, se es flexible. Se entiende que la creación no fue sino que está siendo. Se habitan los dos polos y se quita nuestro centro de allí, desapegándonos de toda forma pero acompañándo sabiéndose diferente de aquellas, estableciendo como única ley la muerte y el cambio desde el punto de vista de la forma, y entendiendo a la forma fija como la muerte de todo movimiento, que es la ilusión humana por excelencia, la ilusión de perdurabilidad. Pero en la práctica no es tan fácil como en la teoría y de ahí la necesidad de un proceso evolutivo que involucre prácticas transracionales del modo más racional posible. 
A la luz de lo dicho es lógico por qué de Cabalá práctica y magia poco sabemos, y que el atisbo de espiritualidad-religiosa que nos brinda la cultura trasunta en prácticas vacías de contenido, absurdas ritualidades que aseguran un mayor acercamiento a un dios, que no está haya arriba sino acá adentro bien tapado por nuestras mecanicidades. Ni hablar de la espiritualidad no religiosa, aquella que están en la sección “alternativa” de las librerías, que no paran de darnos reglas de conducta que las aplicamos sólo mientras leemos, y desechamos apenas cerramos el libro. Vitamina para nuestras neurosis (aspectos contradictorios de sí mismo).
Como les decía antes no es fácil hablar de magia o Cabalá práctica sin disminuirla, hacerla absurda, o convertirla en un manual de deberes para la vida diaria haciéndonos pensar que tenemos asegurado el trabajo interno con sólo realizarlos. 
Lo interesante de todo trabajo oculto es que desquicia, no nos da fórmulas, no nos deja tener la noción de un crecimiento por grados como los del colegio, cuando nos llena de plenitud no lo podemos transmitir fácilmente, nos introduce en matices y diferencias que en el mundo cotidiano no existen, constantemente nos libera de dogmas, pero al liberarnos de ellos nos perdemos y nos desconocemos completamente, perdemos absoluto control sobre nosotros mismos. Pero lo paradójico de todo esto es que nos da un verdadero control, y el poder de decidir sobre nuestras vidas, con una conciencia casi desconocida por la razón. Sentimos un inmenso poder, pero un poder restringido por algo mayor que el yo y que es nuestro Tiphareth personal (a lo cabalístico), también llamado yo superior, alma, sí-mismo. Así sobreviene una comprensión muy fuerte que no es estable en absoluto, y nuestra mente decide quedarse vacía cuando por fin se da cuenta de que la sabiduría no la genera ella sino que la transmite. Para el esoterismo la inteligencia genera la mente y esta tiene su anclaje físico en el cerebro. El mago aprende esto y se vacía ante las fuerzas que lo superan y constituyen. El esoterismo siempre me hace acordar a una frase que utilizaba mi maestro de filosofía para describir la post-modernidad: «Todo al revés». El decía: «tratá de pensar todo al revés y vas a tener importantes revelaciones.»
Para pensar como mago u ocultista hay que quitar el centro de la visión cotidiana y lentamente ir aprendiendo a pensar esotéricamente. Es necesario reprogramarnos. Por eso el viaje empieza por desprogramarnos, formatear viejos sistemas operativos y empezar a forjar uno más acorde a la realidad. 
Ahora, la cabalá tiene una manera muy divertida de mostrarnos está tensión. Es esquiva, lean cualquier libro escrito por un rabino y van a ver que no les dice nada, el talmud está escrito en forma espiralada, con el centro vacío, todo parece ser un juego virtual alrededor de un centro vacío. El gusto por asociar símbolos de forma interminable, provocando así efectos de comprensión inimaginables, ejercitando la mente de un modo altamente vitalizador, induciendo y evocando mediante símbolos fuerzas inconscientes para nuestra disponibilidad conciente, etc... Podemos decir que de muchas ciencias esotéricas la cabalá se lleva el título: de la “inocencia juguetona de Dios”. Y observen que es en el contexto de los poderes mágicos donde evoco esta inocencia y la noción de juego, que son sentimientos que se logran en elevados niveles de conciencia. Obviamente que para la conciencia materialista que necesita ver resultados concretos o desprenderlos con una lógica aristotélica que deja mucho que desear, todo esto sería perder el tiempo. Pasemos a describir nuestro primer esquema de meditación y práctica: El Arbol de la Vida.
El árbol de la vida es un símbolo de meditación usado por el mago Occidental, puesto que es el símbolo filosófico del sistema hebreo conocido como la Qabalah.  
Por experiencia a lo largo de miles de años, los místicos iluminados de Egipto y Caldea, de los que se deriva este sistema, trabajaron un sistema de notación que pudiera permitirles clasificar algunas de las fuerzas con las que habían entrado en contacto, y así se formó gradualmente un cuerpo de conocimiento que pudiera ser transmitido a las generaciones siguientes de estudiantes. Era una transmición oral, nunca escrita hasta que la Escuela de Moisés de León dio por primera vez al mundo exterior el Sefer Yetzirah, o el libro de la formación, y el Zohar, o el libro de esplendor. Pero aunque el conocimiento arcano fue transmitido en forma oral, fue elaborado también un diagrama por medio del cual podían deducirse las relaciones existentes entre las diversas fuerzas del universo. Y este es el Árbol de la Vida. 
Casi todas las operaciones mágicas cabalistas están basadas sobre él, y utilizan el almacén de imágenes de la Egrégora del Árbol. Todas las fuerzas astrales que se asocian con el árbol de la vida son manipuladas concientemente mediante las imágenes representativas e invocaciones de esas fuerzas que forman parte del árbol de la vida. Esto significa que ciertas imágenes unidas a ciertas palabras de poder evocan una determinada fuerza.
Ahora bien, el primer principio de la cabalá es la Unidad de Todo. Trata de la relación de la parte con el Todo, y el jeroglífico del árbol muestra esta relación en su diseño.
El hombre es denominado el “microcosmos”, o pequeño universo en el macrocosmos, y se enseña que en su naturaleza están potencialmente presentes todos los poderes y fuerzas de ese universo mayor, el macrocosmos. De ahí que el Árbol de la vida sea un glifo que presenta tanto el microscomos como el macrocosmos.

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Personalidad, Emocionalidad y Mente en el Arbol de la Vida:

Encontramos tres triángulos en el Árbol de la Vida. El primero (Malkuth – Yesod – Hod – Netzaj) corresponde a la parte mecánica. El segundo (Tiphereth – Geburah – Chesed) corresponde a la parte emocional. El tercer triángulo corresponde la parte mental (Binah – Chokmah – Kether). Es importante tener por ahora esto presente. Más adelante iremos ampliando y profundizando.

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