Tiamat

dragon-dibujo

De cuando Adriano visitó a la Gran Madre Tiamat:

Los Antiguos son los Dioses Olvidados, no tienen más energía que las que les aporta el iniciado. Y la Madre de la Vida vitalizará el cuerpo inmortal del Sacerdote con la Sangre que él le ofrende. Será dado a luz nuevamente, su segundo nacimiento a la forma sutil, que al mismo tiempo es el primer nacimiento a la forma sutil del espíritu que le ha insuflado vida. Nace el cuerpo astral como nosotros, Sacerdotes de la Tradición, realmente lo conocemos, cuerpo de materia estelar alimentado por la sangre mortal. Puente de comunicación directa con su familia espiritual. Supe pronto, gracias a los dioses, que si no alimentaba a la Gran Madre, ella iba a consumir los nutrientes de mis cuerpos para crear el cuerpo donde mi consciencia y espíritu habitan juntos. Supe pronto que podía calmar su ira antigua con el pan y la miel, pero ello no alcanzaría para suplir su hambre de vida. Dibujé su sello sobre un espejo que desde ese momento consagré mágico, la llamé apropiadamente, y entendí lo que significa desangrarse por primera vez. Su potencia me impresionó, drenaba y drenaba de mí no sólo energía sino materia que se desprendía de mi pecho, de mis nadis, de mis chakras, dejando la sensación de la carne viva, y el ánimo del exhausto. ¡Bebe Madre, bebe de tu hijo, hazte fuerte y devuélveme la inmortalidad expulsándome de tu útero hacia las estrellas! Y Madre se regocijó. Y Madre, tiempo después, me soltó. Oh, Espíritu, ¿Quién te entiende? ¿Quién te comprende? Si tú representas todo lo olvidado, renegada por el muerto encarnado. Gusano, Serpiente, Dragón. Una daga de cola de serpiente para dominar al gusano (que nunca es uno), y el fuego del Dragón engendrado en el aliento de Azagthoth para dominar a la Serpiente. ¿Más quien domina al Dragón? Sólo su consorte, tú, Tiamat. Eres hostil a tu ciudad, extraña en tus calles. Nadie reconoce tu cuerpo olvidado, y todos son carne de tu carne. El fantasioso llama realista tu mirada. El sordo llama voces-nuevas tu voz. El anestesiado llama percepción tus sentidos. El ciego llama observación tus análisis obvios. Por todo esto tú eres despertar. 

¡MUMMU TIAMAT! ¡IA TIAMAT! ¡MUMMU TIAMAT!
Madre de los Antiguos. Reina Serpiente. Origen de la Vida.
Te invoco.
Entra en mis cuerpos y construye el templo interior donde yo permanezca uno.

¡MUMMU TIAMAT! ¡IA TIAMAT! ¡MUMMU TIAMAT!
Ven Diosa Virgen, hostil a tu ciudad, extraña en tus calles.

¡Mu-gig-men úru-ma bur me en sila-mu gir me-en!


Oh, Madre, ¿quién te entiende? ¿quién te comprende?


¡MUMMU TIAMAT! ¡IA TIAMAT! ¡MUMMU TIAMAT!
Tiamat, Madre de todo, contención de espíritus eternos, abre para mí la puerta a tu sabiduría ancestral.
A la comprensión suprema, al infinito amor de tu presencia,
Permíteme que sean sobre tu regazo los descansos entre batallas.

¡MUMMU TIAMAT! ¡IA TIAMAT!

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