31. Necronomicón

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Realidad y fantasía en el Necronomicón
Un sistema mágico es un conjunto organizado de elementos (definiciones, nombres, símbolos, rituales, procedimientos) virtualmente referenciados a un eje teórico formado por una mezcla de ideas fundantes y cosmovisión. Cada elemento es al mismo tiempo una función que posee movimiento, actividad y acción específica dentro del conjunto. Como cada sistema mágico es bastante autónomo, tiene sus propias definiciones sobre cada elemento que comparte con otros sistemas mágicos, por ejemplo la concepción de magia en sí misma varía en diferentes sistemas. Cuanto mejor se conocen las significaciones de los elementos de un sistema mejor se comprende el sistema, su alcance, utilización y finalidad. 

Empecemos por definir magia, y para ello citaremos fragmentos de Prolegómenos a un estudio del ocultismo del libro Las Puertas del Necronomicón. De esta manera, tendremos una muy buena idea de la propuesta de trabajo que habita en el Necronomicón de Simon. Magia es el conjunto de prácticas y técnicas específicas que utiliza el ocultista para operar en el mundo de lo invisible, de la fantasía, no de la realidad, aunque ellos (los ocultistas) comprenden ambos términos de manera diferente al resto de la población... El mundo de lo visible es el mundo medible de la realidad; el mundo invisible contiene hechos y datos que, cuando se iluminan con la luz de lo visible, se convierten en funciones del acto de la fantasía. Los miembros del común de la población creerán o no creerán en estos datos o sucesos. Los ocultistas observan estos datos y sucesos y los registran para una futura investigación y análisis o para su posible uso. La creencia no es un factor de sus operaciones.

En lo sucesivo Simon va a plantear un recorrido deferente al que la magia (oscura o luminosa) estaba habituada en sus operaciones, despojando completamente a la realidad de su status. No discute con ella, no plantea una inversión, un anticristo, no busca servirle, tampoco intenta encontrar los elementos que la constituyen a la manera solapada de hacerlo que tienen los discursos trans. Curiosamente no busca poder sobre la realidad, mucho menos trascendencia ya que ello supone a lo real como base de sus operaciones. Propone algo nuevo, muy distinto a todo lo conocido hasta el Necronomicón, pone en el mismo estatus fantasía y realidad, y para ello apela a algo simple y contundente: la procedencia de ambas nociones.

El origen de realidad está íntimamente ligado a la idea del rey. Aquellos lectores que estén familiarizados con la historia antigua recordarán que el rey... era quien decidía qué era real; todo lo que quedaba fuera de esa zona no era real, no pertenecía al rey... Cuando la gente pregunta: «¿Qué significa realmente?»… lo que implica esta pregunta es: «¿Qué dice el rey que es?»… «Es parte del territorio del rey, parte del reino

Fantasía proviene de la raíz indoeuropea bha, de la que se deriva otra larga lista de palabras que significan brillar o iluminar, lo que implica, claro está, que el sujeto que se ve iluminado vivía antes en la oscuridad, en la zona que queda fuera del territorio del rey, la parte que no está sujeta al gobierno del soberano... Iluminar algo no es cuestionar su existencia, sino simplemente decidir si debe permitirse o no dentro del reino de lo real... de lo que se puede medir, o es mejor dejarlo fuera del reino, en la oscuridad exterior.

De ahí que la cuestión de la realidad -o bien, de lo que es o no es real- sea simplemente una cuestión política... Realidad, fantasía y locura quedan determinadas por el rey en una monarquía, por el Estado en sociedades fascistas, comunistas o pertenecientes a algún otro totalitarismo, o por el consenso general en algunas de las otras formas de gobierno o incluso en propio vecindario... Así, incluso nuestros sueños se han convertido en elementos irreales, aunque no hay nadie que tenga ninguna duda sobre su existencia...

Concluye lo sospechado, la cuestión real es simplemente una cuestión política, y advierte al ocultista de tomarse las cosas demasiado en serio:

Aquellos que se toman en serio todo lo oculto o paranormal están realizando lo que, esencialmente, es un acto político y, por lo tanto, corren el riesgo de que se los considere, en el peor de los casos, locos y, en el mejor, un poco alejados del ámbito de la realidad, viviendo en el mundo de la fantasía, iluminando lo que el rey considera que debería permanecer en la oscuridad y fuera del reino.

Al iluminar lo que debería permanecer en la oscuridad y fuera del reino aparecen nuevas perspectivas en la consideración que se tiene de las cosas, del individuo y su lugar en la realidad. Lógica y progresivamente el mago se desprenderá de su pertenencia inconsciente al reino, provocando debido a ello percepciones que no podrá validar con su entorno adherido al ámbito de lo real.

Me preguntan si lo que experimentan está pasando realmente o sólo está ocurriendo en su mente, «dentro de su cabeza». La respuesta es esta: hasta que la sociedad en general, o el rey en concreto, determine que lo que están experimentando dentro o fuera de su cabeza, si es que esos lugares existen, entra dentro del reino, de lo medible, lo que están experimentando es fantasía... Por lo tanto, se corre el riesgo de ser incapaz de discriminar entre realidad y fantasía, de conocer la diferencia entre lo correcto y lo erróneo, tanto en el sentido moral como en el científico.

No estamos entrenados ni enseñados para registrar algo tan simple como lo siguiente: la realidad que habitamos de nacimiento es el reino de lo medible, de lo determinado por el rey. Iluminar el mundo de lo invisible, de la fantasía, implica la responsabilidad de articularlo con la realidad. De esa articulación, alquímica tal vez, habrá indefectiblemente transformación en la percepción y valores en el individuo, pues su identidad (subproducto del reino para confirmarse a sí mismo a través del individuo) se verá reconfigurada una vez abiertas las puertas y trazados los caminos de la oscuridad exterior. La personalidad nunca es la misma después de haber vislumbrado elementos del exterior. Aunque siempre exista la fuerte dualidad entre realidad y fantasía, entre luz y oscuridad, reino y oscuridad exterior, consciencia e inconsciente entre los habitantes del mundo. El ocultista se propone en sí mismo romper con esa dualidad, y eso irremediablemente lo convierte en un «enajenado» del reino dentro del cual tiene su existencia. Aunque su transformación afecte al reino, por motivos que más adelante posiblemente veremos, no es de su más mínimo interés afectarle. De ahí que los más grandes magos y ocultistas permanezcan invisibles. 

...debemos entender que no tratamos con la realidad. Pero a mí eso no me importa; una vez que se convierta en parte de la realidad, parte del reino, el rey encontrará alguna forma de regularlo, e incluso de aplicarle impuestos. Así que estoy orgulloso de declarar a cualquiera que desee oírlo que lo que hago no es real, es pura fantasía, y que sí, soy el diablo. Además, al igual que el Árabe Loco, yo probablemente también estoy completamente loco.

No cabe duda que adentrarse al reino de la fantasía es peligroso, pero también lo es mantenerse confiado y confinado al de la realidad, aunque estos peligros estén tan naturalizados que parezcan no ser tales. La ciencia es un buen ejemplo de esto. 

En lo que respecta a la ciencia, podemos dar gracias por las vacunas que han salvado cientos de miles de vidas individuales, pero al mismo tiempo mirar con horror el daño que se le ha hecho al planeta entero, un daño que ya es irreversible. El flaco favor que le ha hecho la ciencia a la humanidad puede calcularse por el grado en que nos ha hecho confiar en lo medible, lo visible y lo tangible. Todo lo que nuestra ciencia puede hacer ahora por nosotros es medir todos los parámetros de los desastres que verá nuestro planeta en los años venideros, porque se encuentra impotente a la hora de evitarlos. Sólo nosotros podemos hacerlo.

Decir «sólo nosotros podemos hacerlo», toma más trabajo que respirar hondo e implorar voluntad para cumplir con esta promesa. Implica liberarnos de la creencia como nuestro mayor dios personal. De ahí la importancia de resignificar (volver a significar como corresponde) sea la tarea central del ocultista.

Al vincular los conceptos de creencia y paranormal (fantasía) se llega al contundente ejemplo del uso de la lengua para alterar la percepción; o se cree o no se cree en los fantasmas, la magia, Dios o el Diablo, pero no ocurre lo mismo con la geometría plana, la raíz cuadrada de menos 1 o el código genético; nunca se pregunta si se cree en el teorema de Pitágoras o en el de Euclides (tampoco, hablando del tema, nadie ha preguntado nunca si se cree o no en que la circunferencia de un círculo contenga exactamente 360 grados, aunque ese número ha llegado a nosotros desde la mitología babilónica y no es el resultado de ninguna “observación científica”).

Como ocultistas debemos desvincular los conceptos de creencia y paranormal (o el más utilizado hoy día de pseudociencia), y desvincular los conceptos de verdad y ciencia, existencia y realidad (incluso nuestros sueños se han convertido en elementos irreales, aunque no hay nadie que tenga ninguna duda sobre su existencia).

Es gracioso luego de esto ir a la Real Academia Española a preguntar sobre el término Realidad:

1. f. Existencia real y efectiva de algo.
2. f. Verdad, lo que ocurre verdaderamente.
3. f. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.

A lo largo de todo el Necronomicón suenan advertencias recordando la importancia de que «el pórtico» permanezca cerrado.

Conociendo, iluminando la oscura exterioridad, tal vez sea la forma más efectiva de ver lo que es tras el velo de la realidad porque... Dios es la única cosa segura que se puede ser.

Escuchen las voces que llegan en la noche, las voces de la locura, las voces del Inframundo. Aparten por una vez, sólo por esta vez, sus reacciones de horror o de rechazo programadas previamente y escuchen el mensaje y al que lo transmite. Bajen las armas que cogieron por miedo y odio y levanten las manos en el aire con alegría y confianza. No sigan a ningún profeta, a ningún mesías. No confíen en ellos, porque ellos se erigirán entre ustedes y Dios, entre ustedes y ustedes mismos.


La trascendencia de la dupla fantasía / realidad
Hasta aquí hemos iluminado sobre el concepto de real que, en el mejor de los casos, es consenso. Diferenciamos también existencia de realidad —«incluso nuestros sueños se han convertido en elementos irreales, aunque no hay nadie que tenga ninguna duda sobre su existencia»—, y definimos que fuera de lo real —el consenso— se encuentra el reino de la fantasía.

Quisiera retomar la idea siguiente, y partir de ahí profundizar más en nuestro tema:

«Iluminar el mundo de lo invisible, de la fantasía, implica la responsabilidad de articularlo con la realidad… Aunque siempre exista la fuerte dualidad entre realidad y fantasía, entre luz y oscuridad, reino y oscuridad exterior, consciencia e inconsciente entre los habitantes del mundo. El ocultista se propone en sí mismo romper con esa dualidad, y eso inevitablemente lo vuelve un "enajenado" del reino dentro del cuál tiene su existencia.»

Volverse hacia el mundo invisible, iluminarlo, es retirarse al interior de sí mismo separándose en cierta medida de la interacción con la sociedad humana, fuera de la medida, de la consciencia que influye en los movimientos para estar bien adaptados a lo general, al consenso. Simon en sus Prolegómenos dice al respecto: «Así es como podemos entender los requisitos antiguos necesarios para alcanzar el estado de inconsciencia a través del aislamiento, el celibato y la meditación: todas ellas actividades y circunstancias diseñadas para poner tanta distancia como sea posible entre la sociedad (el Estado, el Reino) y el individuo.»

La «exterioridad» del Reino y la «interioridad» de la persona parece ser la misma cosa, evidentemente «lo exterior» se encuentra en «lo interior» donde -aislado de la sociedad- pueda profundizarse. La Oscura exterioridad se encuentra en la Oscura interioridad.

El ocultista basa sus procedimientos sobre una premisa fundamental, la cual podemos resumir de la siguiente manera: bloqueando los estímulos externos es posible acceder a procesos de pensamiento que, aplicados sobre el reino, iluminan nuevos conocimientos de las cosas, uniones entre acontecimientos que no son visibles a simple vista; es el condicionamiento lo que el ocultista busca erradicar a través de sus prácticas; debe aclararse que el objetivo siempre es «lo real», y por esto mismo es un mago y no un místico. La diferencia estriba en que el primero tiene por responsabilidad «articular el mundo de lo invisible con la realidad» mientras que el segundo busca anular completamente «lo real», a fin de fundirse en Dios (entendido como un estado del ser sobre el cual nada puede decirse).   

El condicionamiento rige los procesos de pensamiento de forma tan básica que proyectan sobre el lienzo de las cosas sus esquemas a través de las mentes de los hombres, somos educado en modos, ejemplos, ideales, fórmulas, y nos convertimos en repetidoras de lo adquirido.

 «¡Ay de aquellos que viven conforme a ejemplos! La vida no está con ellos. Si vivís conforme a un ejemplo, entonces vivís la vida del ejemplo, más ¿quién ha de vivir vuestra vida, si no vosotros mismos? Por tanto, vivíos a vosotros mismos… No estéis ávidos de tragar los frutos de campos ajenos. ¿No sabéis que vosotros mismos sois el campo fecundo que lleva todo lo que os sirve? ¿Más quién lo sabe hoy? ¿Quién conoce el camino a los campos eternamente fecundos del alma? Buscáis el camino a través de lo externo, leéis libros y escucháis opiniones: ¿de qué ha de servir eso?... Sólo hay un camino, y ese es vuestro camino… ¿Estáis buscando el camino? Os advierto de mi camino. Os puede resultar un camino erróneo… Que cada cual ande su camino… Las leyes y las doctrinas comunes compele al hombre a ser solitario, para que pueda escapar a la presión de la comunidad no deseada, mas el ser solitario vuelve al hombre hostil y venenoso. Por tanto, aquel cuyo deseo se aleja de las cosas externas es quien llega al lugar del alma. Si no encuentra el alma, lo apresará el horror del vacío y el miedo lo arreará blandiendo el látigo en una ambición desesperada y un ciego deseo por las cosas vacías de este mundo. Se vuelve loco por su deseo interminable y se extravía de su alma, para no encontrarla nunca más. Él correrá detrás de todas las cosas, las acaparará a todas ellas, y sin embargo no encontrará su alma, pues sólo la encontraría en sí mismo. Bien yacía su alma en las cosas y en los hombres, pero el ciego captura las cosas y los hombres, mas no su alma en las cosas y en los hombres. No sabe nada acerca de su alma. ¿Cómo podría diferenciarla de los hombres y de las cosas?» El Libro Rojo, Jung.

El trabajo que propone el Necronomicón de Simon es el definitivo de todo Mago, el peldaño muchas veces pospuesto. Atravesar el último abismo requiere haber hecho un largo recorrido previo, y sentir también que no ha sido suficiente. Atravesar los pórticos implica entrar conscientemente en la locura a través de un largo desierto sumamente árido de objetos de deseo. ¿Quién, salvo un verdadero buscador, sería capaz de algo así?

«Cuando el desierto comienza a volverse fecundo, trae vegetación extraña. Te tomarás por loco, y en cierto sentido también estarás loco… Si ingresas en el mundo del alma, entonces estás como loco, y un médico te tomaría por enfermo. Esto que digo aquí puede valer como enfermizo. Sin embargo, nadie puede tomarlo por más enfermo que yo mismo. Así he superado la locura. Si no sabéis lo que es la locura divina, suspended el juicio y esperad los frutos. No obstante, sabed que hay una locura divina, que no es otra cosa que el dominio del espíritu de este tiempo (los condicionamientos) por el espíritu de la profundidad (el mundo invisible). Hablad luego de locura enferma, cuando el espíritu de la profundidad ya no pueda ceder y fuerce al hombre a hablar en lenguas, en vez de hacerlo en lengua humana, y le haga creer que él mismo es el espíritu de la profundidad. Pero hablad también de la locura enferma cuando el espíritu de este tiempo no deje a un hombre y lo fuerce a ver siempre únicamente la superficie, a negar el espíritu de la profundidad y a tomarse a sí mismo por el espíritu de este tiempo. El espíritu de este tiempo es no-divino, el espíritu de la profundidad es no-divino, la balanza es divina.» El Libro Rojo, Jung.

Habíamos dicho más arriba que el mago articula el mundo de lo invisible con la realidad. Pues de eso habla Jung cuando apuesta la divinidad en «la balanza». La ruptura de la dualidad entre realidad y fantasía, reino y oscuridad exterior, consciencia e inconsciente, acarrea estados de consciencia alienantes que son interpretados por la psique como una muerte. De ahí que sea tan tematizado el concepto de “Muerte Mística” entre Magos y ocultistas prácticos. La Muerte Mística posee toda una sintomatología que dura bastante tiempo hasta que el cerebro pueda adaptarse, hasta que la percepción pueda «normalizar» lo recibido.

«Mis pensamientos eran la muerte y el temor a la muerte, que se extendían como veneno por todo mi cuerpo.» El Libro Rojo, Jung.

El Tao y el Sufismo son soportes que ayudan a moldear la mente del Mago determinado a emprende el viaje que atraviesa el gran desierto. Ambas literaturas fueron originalmente concebidas con esa finalidad, es por dicha razón que muy pocos han podido reproducir el efecto que ejerce el Tao y los Poetas Sufís sobre la mente. Comprender sus filosofías es fácil para la racional mente occidental, reproducir sus efectos: imposible. Al Mago, a diferencia del teórico, no le basta por entender y visualizar conceptos en su mente, más bien busca comprenderlos con todas sus células. Por eso mismo, una cosa es conocer el desierto, y otra muy diferente atravesarlo. 

Comentarios

  1. Para rematar, la unica defensa posible del realismo, esto es, de la creencia en la bondad del sistema monárquico que señala lo real de lo irreal, sería la certeza de que el monarca es el Logos estelar, portador del conocimiento y la voluntad del auténtico creador de todo lo visible y lo invisible, según lo formula el credo. Para asentar esa viabilidad y prestigio se acuñó la expresión que tanto gusta a los monarcas: Rey por la Gracia de Dios.
    Mas cuando asistimos a la perversión o la decadencia de la sangre real, cuando los linajes y dinastías de los asentados en el trono de la consciencia dejan de ser legítimos representantes de esa cadena auténticamente jerárquica de la voluntad divina, tenemos una grave situación.
    En primer lugar porque el monarca ya sólo es una tercera parte de lo que fueron los reyes primitivos: Sacerdotes, profetas y reyes. Su función de gestores de la conexión entre la humanidad y el Origen se ha perdido, escindido y finalmente corrompido: debería ser el amor divino plasmado en los ritos de cohesión social en los momentos cósmicamente apropiados, como aun nos recuerda el I Ching.
    En segundo lugar la función profética, la de transmisores de la voluntad del Creador, también se ha desgajado; ya no son modelos o ejemplos de reverencia, respeto y coherencia entre la vibración primigenia y sus hábitos; ya no son los grandes monarcas docentes, iniciadores en los procesos elementales de la vida: cultura, agricultura, música, artes, comunicación. Tal como las dinastías de todas civilizaciones nos recuerdan de sus primeros gobernantes e iniciadores. Tampoco la sabiduría permanece en el trono mundano,
    Así pues los modernos monarcas sólo han conservado el poder. Con lo que los desequilibrios no tardan en llegar, incluidos los despotismos, absolutismos y demás tropelías propias de una conciencia segmentada y desvinculada del propósito que le dió origen. El kali yuga, la decadencia, es evidente por doquier. Y para colmo algunos reinan pero no gobiernan, con lo que han subarrendado sus funciones de justicia y economía, junto con el correcto uso de la fuerza a los grupos de presión de sociópatas asociados o ruímente agrupados para ejercer sus espúreos intereses.
    Ante esta situación, convertirse en defensor de la realidad presente y funcionar como barrera ante las fuerzas marginadas por la realidad decadente de las estirpes en el poder, incluidos sus brazos supuestamente científicos que definen los límites de su reino, no deja de ser una miserable cooperación, cómplice de los desaguisados y crueldades de tan decadente sistema.
    Tener que explicar esto a quienes pretenden ser revolucionarios, rebeldes, santos o transformadores de la realidad, o simples y quejumbrosos defensores de las vícitimas que las injusticias reales mutiplican por doquier, es quizás muy desagradable e incluso arriesgado, pero es también inevitable. Quizás como antaño eso suponga atraer sobre sí las iras y recelos de los bienintencionados y también de los ignorantes, pero cuando uno responde a un deber interior en resonancia con lo más prístino de la esencia creadora manifestada, no hay otra opción. Despertar es dar testimonio. Sólo se da testimonio si se despierta.
    Bienvenidos los ladridos de los perros a la vera del camino, indican que la cabalgada de los vivos atruena en los somnolientos mundos hechizados por el embrujo de los poderosos, y sus canes protectores presienten que su paso puede liberar a los esclavos del rey!

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