Venus en Leo, o amarse a sí mismo.

El otro es un espejo donde el nativo puede reflejar su individualidad y fijar sus límites. Venus en Leo necesita al otro para fijar los relieves y límites de su propio personaje. El otro conecta al nativo con su unicidad, su “yo especial”, que le hace de sustento a su confianza en la vida.

¿Y cómo hace esto, cómo seduce al otro para que esté a su lado? Simple, haciéndolo sentir único, singular, pero sin marcarle sus bordes, sus aristas y límites. Si vos sos tan singular, entonces yo te elijo por eso. Ese sería el mensaje que emite Venus en Leo por medio de un comportamiento que se mantiene constante a través de su vincularidad con el otro. Es común como Venus en Leo engrandece al yo de su amante.El asunto es que Venus en Leo necesita al otro para fijar sus límites, porque sabe que sin límites la expresión individual se frustra a mediano o largo plazo. Pero no ve esos límites en el otro, de ahí que sea una seductora influencia diluyente de límites para el otro. Una vez disueltos, el otro quiebra. Y cuando quiebra el especial termina siendo el nativo, que gobernará sobre el otro como lo hace un un Consorte de su Rey en tantísimos casos. El amante queda atrapado en la trampa leonina, a merced del nativo, volviéndose adicto a la identidad única, pero prestada, que le detona el nativo.

En realidad sucede que a partir de Capricornio, lo Otro es una fuerza que expresa el nativo y para su cumplimentación necesita un otro. Eso se ve claro en Capricornio, en los 4 signos que nos quedan, este concepto se refuerza hasta el colmo (Venus en Piscis).

Hasta aquí hablamos del movimiento masculino de Venus, veamos de qué se trata el movimiento femenino:

La identidad leonina necesita confirmarse a sí misma, pues en cada confirmación establece bordes claros y se delimita del mismo entorno que impacta.

La identidad acuariana se define a sí misma por su acción en el mundo y no posee, al contrario de leo, identidad previa a su acción. Es de carácter elusivo, no permite ajustarse a una descripción fija, puesto que es puro efecto acompañando el movimiento del grupo humano por cual transita.

Son dos identidades fuertes, centrales, ambas impactan en el entorno y este le devuelve una imagen que a Leo lo confirma mientras que a Acuario lo restringe. El primero se alimenta de los límites que propone la imagen sobre la identidad, mientras que el segundo rompe o sabotea esos límites. Acuario no necesita que nadie le demuestre que ha quedado atrapado en un patrón que no sólo define quién es, sino también hacia donde se dirige. Eso puede ser fatal para este signo, que se verá rápidamente seducido por quien inflama su singularidad y su presunta independencia sobre una imagen que le restringa su expresión.

A nadie nos gusta oír críticas dirigidas hacia uno, y menos cuando provienen del amante. ¿Será por eso que los poseedores de este venus suelen ser tan seductores?

Ahora bien, también encontramos nativos que empiezan polarizados en acuario, y buscan identidades muy Venus en Leo en su expresión más material: hedonistas, narcisistas, egotistas, egoístas, etc... Con mucha seguridad en ellos mismos y una enorme claridad sobre sus deseos y rechazos. En síntesis: una personalidad definida, más no necesariamente integrada, atraerán a nuestros nativos en este movimiento polarizado (femenino) de venus en leo. La acción aquí es más oscura tal vez. Generalmente son nativos con un fuerte componente virginiano, nuestros polarizados, aunque muy poco claros, es decir, sin un rumbo definido, ni ideas claras, ni afiliaciones claras, ni nada claro... bien sueltos de equipaje moral. Ellos simplemente están cómodos como están, siendo por supuesto muy influenciables pero sin ser débiles. Es muy seductor también este estilo femenino de Venus, ningún varón se resiste mucho tiempo a la niña embelesada hasta de sus comentarios más estúpidos. En este caso el nativo está disolviendo los límites (identidad) del otro, aunque sea de una manera sumisa. Lleva tiempo, pero a la larga el otro termina siendo domesticado (domos = casa), necesitando más y más de los límites de su hogar para compensar la ausencia de los psicológicos. El dominante, quien tenía bien claro quién es termina dudando, y el nativo decidiendo ante la incrementada duda de su pareja. En cada decisión, respaldada por la indecisión de su pareja y así sobrevaluada, el nativo recibe los límites que desde el principio ha buscado ...y se vuelve bello... adquiere una autovaloración que le aporta “esa gracia que antes no tenía”.

El otro llega un momento en que o “baja los humos”, o huye sintiendo la inercia del nativo que es una amenaza a su claridad, a su identidad. La confusión que sobreviene a la total falta de límites lo lleva a debilitarse y huir, sin por supuesto dar ninguna explicación... no por que no quiera, sino porque difícilmente pueda.

En la versión femenina de Venus en Leo, existen muchas relaciones rotas por el otro sin una explicación clara. El nativo deriva sobre el otro: era muy egoísta, no estaba preparado/a, para afrontar una pareja, etc... Cuando esto se repite (y se repite muchas veces) el nativo se vuelve orgulloso, y deriva finalmente: no es negocio enamorarme, me voy a divertir. Y en ese caso se polariza y se vuelve como el primer caso descrito al principio.

En síntesis, sólo el espejo le devuelve a narciso una imagen delimitada de sí mismo, clara y discriminada. Emite su amor intangible, sin límites, y recibe una imagen clara. De eso se trata el amor narcisista, simplemente de darse forma a sí mismo con la ayuda de otro. No tiene nada que ver con “enarmorarse de sí mismo estando con el otro”, ni “el otro que saca lo mejor de mí”. Aquí no hay dudas de que se es especial, sino que simplemente no se tiene forma de expresar eso y así retroalimentarse.

Tal vez sería muy diferente la expresión de este Venus si no estaríamos todos tan influenciados por una sociedad que pide “garantías” o “pruebas” para amarse a sí mismo. Tanto que si estas pruebas concretas no están, dudamos del don íntimo de valorarnos por lo que somos. Sí no estuviésemos influenciados por la utilidad material de nuestras sensaciones, tal vez encontraríamos en nuestro amor a nosotros mismos una fuente de dones que antes de importarle dónde y cómo impacta habría creado mucha belleza ampliándose a sí mismo en su expresión. Si pudiésemos desenredar un poco tanto corset impuesto alrededor de nuestra verdaderamente inútil conciencia de cordero en la que habitamos las más de las veces, si pudiésemos inventar nuestros propios límites con elegancia en el primer caso de este venus, o animarnos más a comprometernos en una línea de crecimiento individual en el segundo caso, sin duda quitaríamos mucho peso sobre el otro, y tal vez, con suerte y una buena limpieza de tonta-moral entenderíamos que en el fondo es responsabilidad de cada uno amarse a sí mismo, pero eso es mucha responsabilidad. Tal vez la más odiosa, pesada, y la verdad que no tengo idea por qué es así. Sólo sé que es más fácil amar, aunque sin éxito de correspondencia, a otro y hacerme cargo de ello, que hacerme cargo de las implicaciones de amarme a mi mismo. Venus en Leo viene a enseñarnos que el mejor amor al otro se deduce de la responsabilidad de amarse a sí mismo. El primer caso de este venus se encontrará, si intenta con sinceridad amarse a sí mismo, que no es fiel a sus palabras, que las mismas no valen nada, que su honor no está desarrollado en absoluto, que nunca se mueve por principios sino más bien por caprichos, que en verdad nunca hace nada por nadie. El segundo se encontrará con su abulia a la acción, y al sostener una decisión tomada de crecimiento y expansión, aceptará que prefiere ser como es, aunque se queje por ello, que hacer algo real al respecto para cambiar. Amarse a sí mismo es simplemente no mentirse, cuidarse y exigirse para ser un vehículo más integrado y coherente de la propia unicidad.

Estoy seguro que el poseedor de este emplazamiento de Venus, si ha logrado, porque lo ha visto, amarse a sí mismo, entiende perfectamente mis palabras y el camino que alguna vez tuvo que afrontar.

Comentarios

  1. "me emociona leer esto, nosé porque me llega tanto, pero si estoy segura como vos exponés, que el amarse a sí mismo, el no mentirse y exigirse implica un camino difícil de transitar"

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