Del conocimiento


El conocimiento es la puerta de la orientación al centro de tu reino. El ego que ordena el mal también busca esta puerta. Él te seguirá dentro de la brecha, pero antes de llegar al centro, el océano del conocimiento se cerrará encima de él y de sus aliados.

Los agentes de tu enemigo pueden tentarte a buscar conocimiento para impresionar a otros, para situarte por encima de ellos y para convertirte en un maestro que otros necesitarán y respetarán. No dejes que nada de eso disminuya tu apetito de conocimiento. Apresúrate a aprender aquello que no sabes. La prisa es lo que tus enemigos aman; pero esta es la prisa del buscador que no sabe a donde va. Ellos no saben que tu prisa es por despejar la verdad. Lo que el Diablo, en su ignorancia, espera, es que tú te ahogues en el océano del conocimiento.

Habrá otros actos buenos que tus enemigos podrán intentar que hagas, esperando después volverse contra ti. No rechaces todo lo que tu enemigo te pide, ellos no conocen que tu intención es guiada por tu conocimiento y tu juicio. Un extraño que trabaja duro es siempre mejor que un amigo perezoso.
El que trabaja, incluso si no pone su corazón en el trabajo, tendrá un atisbo de luz divina que lo iluminará. Esa luz limpiará aquellas obras que hizo sin considerar su resultado, sin juzgar si estaban bien o mal. Lo guiará en el camino hacia el centro de su reino. Así el enemigo caerá él mismo en la trampa que había dispuesto para ti.

En tu batalla contra tus enemigos, manténte a salvo en ese lugar elevado, cerca de Dios, en el centro de tu reino. Les causa temor saber que tú estás ahí, porque ellos saben que allí no pueden atraparte; su táctica principal es empujarte a que te apresures. Si eres cuidadoso no caerás en ese error; pues desde esa torre elevada puedes ver la posición de tu enemigo y sus defensas.

El divino gobierno del reino humano: Cap. XIV.

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