Hacia la creatividad



Creemos ciegamente que el ser humano está condicionado para funcionar adecuadamente sólo si recibe ciertos elementos del afuera que le garanticen el propio desempeño, esta es una idea desfigurada acerca del hombre y proviene de nuestro mecanismo actual de supervivencia que consiste en accionar de un mismo modo y repetidas veces de acuerdo al orden provisto por el medio.

¿Cómo deja al ser humano esta situación? Fragmentado en su pensamiento y por ende voluble a un mayor esclavismo a través de su inconsciente.

Un exceso de garantías puede suponer la puerta del vaciamiento creativo en el hombre, y esto sucede por el simple y sencillo hecho de que la creatividad brota en forma espontánea como un impulso vital de supervivencia innato, el cual puede ser alimentado artificialmente mediante modelos rígidos preestablecidos por una fuente externa, que trunquen el proceso natural del ser humano en su accionar a través de un pensamiento flexible.

Cuando el sujeto se ve despojado de estas garantías, en vez de accionar con las herramientas que tiene a mano, cumple con exigir y demandar esas garantías antes que pensar en la idea de buscar proveérselas por sí mismo a través de sus procesos de aprendizaje. De igual manera, cuando el sujeto no cumple con las expectativas deseadas a través de estas garantías, se complace en criticar las fallas y defectos del órgano proveedor, en vez de buscar observar con lupa sus propias capacidades, vicios, inercias, limitaciones y/o virtudes que haya desarrollado con el tiempo.

Ante este panorama de pensamiento tan predecible no resulta extraño apuntar que, si bien el hombre está siendo controlado por sus propias estructuras genéricas y comienza a ser consciente de ello, tampoco es visible una profundización y fluidez sobre sus propios mecanismos de acción, que le permitan desarrollarse bajo otros esquemas y perspectivas regeneradoras, aptas a su libre desenvolvimiento desde la funcionalidad biológica.

Porque ¿de qué manera la humanidad se evalúa periódicamente, si no es a través de una variedad segmentada de cifras y datos duros, estadísticas que encierran preconceptos sobre una misma realidad sin sentido, provenientes de una ciencia insensible a las sutilezas que el ser humano carga desde su interior? La promulgación de este método de evaluación tan sólo busca prevalecer y reafirmarnos en la idea ya establecida por un orden viciado y empeñado en convencernos de esa cómoda pertenencia.

Tenemos la idea equivocada de que es a través de los instintos como somos fácilmente dominados y de ahí nuestra resistencia a establecer contacto con ello, pero en realidad se trata de una cuestión mucho más profunda, es a través de la mente y sus imágenes estáticas, visualizadas en forma de ideas, como terminamos depositando todas nuestras energías en pos de un imaginario que fragmenta todos nuestros impulsos y los deteriora a tal punto de convertirlos en arma letal para nuestros sentidos más primigenios. Es así como terminamos pensando que nuestro problema radica precisamente en reavivar estos instintos naturales, cuando resulta todo lo contrario, este sistema de inhibición y represión de lo instintivo en realidad nos está haciendo mucho más propensos a habitar un mundo artificial donde el poder y la dominación residen en su forma más ordenada y desde luego cómoda.

Y ¿de dónde surge la ilusión de las ideas propias sino es a través de emociones vivificadas en cuerpos que se conducen bajo cierto dominio de persuasión constante? Creemos que las ideas son nuevas, cuando únicamente las movemos en su engranaje dentro de una estructura sólida que puja por hacernos declinar ante nuestras propias aprensiones. Es así como vamos ignorando el significado de nuestros más bajos instintos, insertándolos dentro del cúmulo de apreciaciones sociales que permiten dar cabida y expresión a eso que llamamos percepción subjetiva, u objetiva, porque en realidad todo es lo mismo y sin importar desde qué vehículo se manifieste, dado que la percepción siempre se rendirá ante el raciocinio de su propio mecanismo de control mediático.

De manera concreta, las ideas ya existen como tal desde hace mucho, los hombres no hacen ideas, sólo fungen como vehículo transmisor expresándolas bajo distintas formas y, dependiendo el contexto, usan su creatividad para manifestarlas desde diferentes planos del entendimiento humano. Es prepotente aquel que se siente dueño de su obra y esa actitud sólo nos revela un sentimiento de inferioridad ante la vida. Nadie es dueño de la verdad, nosotros fungimos como depositarios de un cúmulo de impresiones primitivas, representadas ahora en formas sustanciales, de donde las ideas provienen. Y son los órdenes quienes utilizan esta fuente de conocimiento puro para moldear y manejar sociedades a través de dependencias psíquicas. Son entidades autónomas que se alimentan de las emociones propiamente humanas, aprovechando la búsqueda intrínseca en el hombre de un sentido de pertenencia en el mundo, búsqueda basada ciertamente en una sensación de impotencia ante la verdad de la vida.

En ese sentido, es menester descubrir nuestro estado de muertos, la manera como buscamos afianzar la propia existencia sobre estructuras portentosas de concreción artificialmente lumínica, es decir, la sensación de omnipotencia traducida en ideas que nos genera una movilidad estática porque siempre va limitada a un órgano proveedor de garantías, las cuales se revelan ante nosotros a través de imágenes restrictivas a la naturaleza humana. Se trata de observar cómo esas limitaciones se generan y operan, ese poder restrictivo del ego que puja por mantenernos adscritos a un realidad mecánica y fantasiosa respecto a la función connatural del hombre que siempre irá en busca de una regeneración interior. Asimismo, existe la tendencia de querer manifestarnos a través del triunfo y la producción excesiva de frases habituadas en una auto superación alquímica sin detenernos a ahondar sobre los medios o técnicas de comprensión que habrían de situarse frente a los despliegues de nuestra propia oscuridad.

Nos vemos inclinados a consumir garantías dado que éstas nos ofrecen una sensación de control e inmediatez, mismas que adoptamos inclusive como identidad propia para ignorar, en forma consciente o inconsciente, ese estado de incertidumbre propio de un ser que conjuga instinto y razón. Nuestras carencias nos son más que el reflejo de una falta de posesión sobre nosotros mismos y nuestros actos, así como una manifestación de desidia ante esas fuerzas ajenas que nos gobiernan. Es así como, en vez de consumir garantías se trata de tomar y dar uso de las herramientas necesarias para desarrollarnos plenamente dentro de cada situación presente, pero estas herramientas sólo hacen aparición cuando el grado de consciencia en el individuo se renueva, de otra manera las herramientas, que son lumínicas por formar parte de la realidad concreta, no resultan claramente visibles para aquel que transita dormido su propia oscuridad. Mientras tanto nos vamos conformando y deleitando con la extenuante oferta de garantías consumibles que acrecienta nuestro estado de dormidos, bullicio que a larga nos genera un sentimiento avasallante de ansiedad promiscua, del cual se alimenta el ego insertado ya como parásito dentro nuestro, dedicado a desperdigar paulatinamente toda la energía vital hacia el sistema.

Cuando uno comprende algo alcanza otro nivel de vibración, lo cual hace que nuevas opciones de elección consciente se hagan presentes, se abren posibilidades porque nuestro campo energético ha cambiado, se ha renovado. Por ende, podemos entender que la comprensión es una salida y entrada simultanea hacia otros niveles de concientización en el individuo que indefectiblemente estarían modificando toda su realidad externa.

Para poder comprender algo es necesario mantener los canales limpios, siendo este nuestro principal trabajo como individuos. Y es que no es necesario reaccionar ante lo que uno ve, sino precisar sobre la comprensión de eso que se observa  pudiendo de esta manera alcanzar otro nivel de consciencia. Nosotros reaccionamos mediante ideas preconcebidas sobre un algo, es necesario eliminar todo prejuicio y fluir en el camino de aceptación que nos permitirá conocernos a nosotros mismos atravesando nuestra propia oscuridad latente. Se trata de primeramente observarse dentro del propio entramado psíquico libre de sentencias para después poder accionar en forma distinta, coherente y conforme a las situaciones que se vayan presentando. De esta manera nuestro paradigma interno se distiende y la creatividad, entendida como entusiasmo puro, saldría a flote lográndose por fin resultados diferentes que contribuyan también a renovarlo.

En realidad no es que uno progrese y se convierta en luz por pensar cosas bonitas o inclinarse hacia ello, sino que atravesando con aceptación la propia oscuridad se comienza a vibrar sobre campos energéticos distintos, lo cual hace que situaciones y posibilidades se abran en el camino. Haciéndonos conscientes de nuestro inconsciente nos convertimos en verdaderos dueños de nuestra propia vida, siendo éste un proceso de proactividad intenso que no termina nunca.


Comentarios