Sobre el famoso “¿Somos compatibles?” en astrología


La palabra compatibilidad realmente me atrae mucho. Sobre todo el uso que le da la informática: "Posibilidad de que se pueda intercambiar información y datos entre dos sistemas informáticos." Cambiemos “sistemas informáticos” por personas y creo que es la definición más precisa de compatibilidad desde la astrología.

Una relación compatible sería aquella donde hay mucho intercambio psico-mental-emocional entre las personas involucradas. Por el otro lado, una incompatible significa que no hay mucha conexión, es difícil encontrar relaciones de pareja incompatibles pero, como las brujas, que las hay las hay.

Un mayor o menor intercambio posible de información con el otro, no es indicador de armonía o lo contrario. La armonía en astrología significa fluidez. Demasiada armonía atrae comodidad y bajos niveles de movilización interna producidos por el otro. El problema en estos casos es que puede que ambos se terminen aburriendo uno del otro.

Relaciones inarmónicas significan tensión, y mucho de esto atrae incomodidad, fuerte atracción la mayoría de las veces, y altos niveles de movilización producidos por el otro.

Por lo tanto el astrólogo en principio diferencia cuatro tipo de relaciones que pasaremos a describir:

Compatible - Armónica: Hay rápido y mutuo entendimiento. Suele existir mucho acuerdo en lo que se haga. Se encuentra muchísimo este tipo de relaciones en los buenos amigos. Estas relaciones nos habilitan ser tal cuál somos, y sentirnos aceptados por ello. Ingrediente necesario para repuntar nuestra autoestima si viene floja. Mucho de esta relación puede hacernos sentir tan cómodos con cómo somos que puede convertirnos en un “quiste”, en el convencimiento de que así es cómo somos y no hay mucho que cambiar o desarrollar. En un tipo “bajo de Leo”, encontraríamos por demás de estas relaciones.

Compatible – Inarmónica: Típico en parejas, o en esas relaciones que siempre hay fricción pero que siempre quedamos prendidos a ellas. Son esas relaciones que nos hacen repensar nuestro modo de ser, en donde nos sentimos compulsados al cambio, o que también nos reflejamos nuestras falencias. Todo es más intenso, incluso el “amor” aquí también es más intenso. La relación desprende tanta energía que un solo encuentro nos deja pensantes una semana seguida.

Incompatible – Armónica: Esta relación es “el vecino simpático”, “el compañero de trabajo de hace 10 años con el que nunca tuve problemas, pero tampoco demasiada conversación”. La razón de este tipo de relaciones son “llenar” la multiplicidad de vínculos para no creer que con todo el mundo tenemos “algo importante”. No hay demasiado para compartir, tampoco demasiado para objetar del otro.

Incompatible – Inarmónica: Representa el universo exterior, ese desconocido y temido, es con el que nos sentimos un alien, son esas personas con las que nos sentimos tan pero tan diferentes que no sólo sentimos que lo que digamos no será entendido como nosotros lo pensamos sino aún peor, será mal entendido. Intentar así y todo entablar una relación de este tipo es un atentado a todas nuestras seguridades y siempre es interesante hacer el experimento.

No necesitamos aprender las técnicas astrológicas para categorizar de esta forma nuestros vínculos, y meditar en que no todas las relaciones son iguales pero tampoco todas son singulares, sino que muchas entran dentro de un mismo patrón. Empezar a entender que tenemos diferentes modos de vincularnos que se repiten en nuestras relaciones es algo muy positivo en el autoconocimiento.

Por otro lado esto nos cuenta que no existen relaciones (personas) que de por sí nos garanticen la felicidad. Todas nos hacen trabajar sobre nosotros mismos, queramos o no. Es el principal campo de autoconocimiento que existe. De todos modos, si tengo que pensar en una relación ideal pensaría en una compatible con un porcentaje levemente más inarmónico que armónico. La inarmonía le pone pimienta y pasión a las relaciones amorosas, pero mucha pimienta hace estornudar, y estornudar muchas veces hacer arder la nariz y eso duele.



De «El Libro Azul».


Comentarios