Venus en Tauro, o la superación del dominio

Bajar a los infiernos y encontrarnos con que nuestro viaje hacia lo otro ha sido en verdad de apropiación y conquista. El otro, no es más que aquello que “se nos escapó”, y su conquista: la promesa de integración que urge desde dentro, siendo integración un eufemismo de asimilación al sistema de lo que se percibe propio. Dos riesgos se presentan en este viaje: perder la batalla y sucumbir a la peor de las sujeciones por parte del otro (la invisible), o ganarla, y aniquilar al otro creyendo así que se lo conquistó, cuando en realidad éste quedó anulado momentáneamente para luego volverse más poderoso.

Con Venus en Tauro se emprende el viaje hacia la re-integración del sí mismo, cuya parte desprendida asume la forma del otro o la pareja. Para ello irá a su conquista, creyendo muchas veces ser el conquistador cuando en realidad es el conquistado. Sin duda, una lucha de poder psicológica que girará en torno al dominio. Como en ningún otro Venus, aquí el otro es (además del objeto amado en la mayoría de los casos) también el enemigo del cual, bajo la forma de uno o muchos amantes, será difícil librarse.

En el artículo sobre la Luna en Tauro dijimos: “...hablamos de Tauro como el signo de los fundamentos, de lo fundamental tanto para la vida como para el saber.” Con la Luna en Tauro “lo fundamental”, eso que es importante para nosotros como “alimento esencial” para la vida, se traslada a la herencia que el nativo recibirá de su familia de origen. En el caso de Venus en Tauro es lo otro quien se lleva el alimento, y es allí donde deberá ir a buscarlo. Lo esencial está en otra parte fuera de la familia y el origen, la integración sólo puede llegar una vez develado el misterio de lo otro, pero para ello debe ser conquistado dentro de sí mismo. Puesto que no somos dados a la interioridad como lo somos a su equivalente externo el viaje suele ser, en la mayoría de nosotros, largo y por momentos doloroso.

En la lectura de Venus, el punto opuesto (que llamaremos punto especular) cobra especial importancia. Es en el punto especular donde comienza el viaje de venus y dónde encontraremos los desafíos del mismo. En él hallamos una descripción exacta de la atracción positiva, empática y a veces fatal hacia el otro, lo otro deseado, o el amante. Es decir, describe más y mejor lo que nos atrae o nuestra elección primaria de pareja.

Empecemos entonces por describir Escorpio en relación a Venus en Tauro.

Escorpio le garantiza a Tauro la asunción de la parte desprendida de su sí mismo. Venus en tauro se encuentra con que el otro (que le representará Escorpio) “casualmente” desea lo mismo que él. Esto le dará a Venus en Tauro la sensación de integración, donde lo propio y lo ajeno es propio. (Para profundizar más en la dinámica aquí presentada de Escorpio recomiendo la lectura de "Profundizando Escorpio")

Escorpio, que no da puntada sin hilo, proporcionará esta sensación mientras se nutre de la energía de Venus en Tauro. El último pensará que hay un movimiento unilateral, que tanto él como el otro están detrás de una misma meta, y juntos llegarán muy lejos.

No faltará mucho hasta que Venus en Tauro empiece a darse cuenta de que es atraído por personas vampíricas que se alimentan de su energía a cambio de hacerle creer que juntos lograrán algo, construirán (taurinamente) algo. Escorpio asume la proyección que emite Venus en Tauro, y así Tauro conecta rápidamente con su ánima, que en este caso toma la forma de fuente de inspiración que se expresa como enamoramiento. La intensidad de semejante relación que activa un efecto de enamoramiento en Venus en Tauro, activa también las mecánicas de posesividad asociadas tradicionalmente a este emplazamiento de venus.

Venus en tauro entrará en oleadas creativas que transfunden constantemente su energía, buscará materializar a través del otro sus anhelos. Hasta que empieza a darse cuenta que no puede, que el otro se resiste, que sutilmente no está interesado en ser su siervo, sino más bien en recibir de él algo que al otro también le falta, pero que a la inversa de Tauro, asegura por mero contacto o presencia del nativo. Generalmente el otro incrementa sus capacidades para materializa y concretar ideas. El otro se puede volver muy materialista y Venus en Tauro queda con esa creatividad que no logra brindarse en expresiones concretas.

Tauro busca al otro que pueda ayudarle a manifestar algo que no puede, Escorpio busca afirmar su identidad por medio de la energía del otro. La relación empieza a ponerse crítica hasta el quiebre. Por alguna razón el otro no puede garantizarle al nativo su deseo, pero también sabe que ha construido internamente una relación que le impide cortar fácilmente.

Sin llegar a entender esto de forma teórica, Venus en tauro lentamente comienza a polarizarse hacia Escorpio. Es ahí cuando comienza a ponerse devorador, o avaro. Entiende que su ánima es voraz y que no se sacia nunca. En este nivel la persona entra en un largo período de soledad. Se da cuenta que no hay relación posible con el otro amado sin sacrificar algo de su energía, sin proyectar conscientemente una parte de sí. Sin ceder.

Cuando lo hace pide mucho a cambio, deviniendo en una exigencia hacia el otro que éste no será capaz, ni tendrá el “amor suficiente”, de responder a semejante demanda. Aparece la soledad y el resentimiento taurino a copar la escena.

La dinámica descrita hasta acá es más propiamente masculina, suelen encarnarla más lo hombres. La mujer arranca directamente polarizada en Escorpio en general, siendo una especie de afroditas perfectas para cualquier hombre digno de ellas. Conquistar a una Venus en Tauro es trabajo de titanes, de hombres firmes, fuertes y claros en su postura ante la vida, que no necesariamente deben tener todos los rasgos capricornianos de ambición y competencia social. Con simplemente encarnar lo dicho, además de una firme herencia moral, que bien pudo haber formado por sí solo, se convierte en digno merecedor de ésta Venus. La mujer aquí fantasea con un hombre que pueda ser un soporte adecuado, la solidez que le permita a ella desplegar su actividad reformadora (Escorpio), y con reformadora entiéndase destructora de lo que dejó de ser vital. Imaginemos a la Princesa Diana (Venus en Tauro) queriendo reformar una tradición (Tauro) tan potente como la realeza inglesa. Creo que sabemos como terminó allí la historia.

La tensión surge aquí: para liberarse de formas muertas necesariamente uno debe sostenerse con formas muertas. Lo muerto aquí es la ausencia de vitalidad y movimiento, yo puedo mover flujos de dinero (Escorpio) de una manera tal que me genere mucho capital (Tauro), pero si convierto en flujos de dinero todo mi capital inevitablemente tarde o temprano me quedo sin flujos (Escorpio) y sin capital (Tauro). La consecuencia de esto es una ausencia de poder y la incapacidad para renovar nada. En este punto, sólo resta volver a acumular estructura, sostén, “capital”. Y es aquí donde la mujer se coloca en el punto focal (Tauro). El inevitable temor al derroche y a la reformación puede colocar a la persona en una situación de excesiva inercia, cuidándose en demasía de no efectuar cambios en la vida. Pues, la mínima reforma es potencialmente destructiva de la estructura que sostiene. El hombre (si está acompañada) deja de ser la figura caballeresca del principio para ser una caricatura inanimada de lo que alguna vez prometió ser. En este punto el otro se convierte en el alimento de la estructura y la promesa de que alguna vez habrá una liberación de la trampa taurina de la inercia y el ahorro indefinido.

Ahora bien, hay hombres que tienen un claro movimiento femenino de Venus en Tauro, y mujeres que tienen un movimiento masculino. Cuando esto se da a la inversa vemos en los hombres una gran potencia destructiva de estructuras que considerará obsoletas y un tanto alejados del uso común que se da al concepto de sexualidad (Hitler destructivo y célibe, Chaplín tremendamente renovador y promíscuo, con Sartre basta investigar en su relación con Simone donde desmonta las estructuras de pareja a niveles inimaginables para la época, DaVinci renovador y homosexual, Sandor LaVey fundador del satanismo como religión y ritualizó el acto sexual enmarcado en su misa negra, en fin). Cuando se da a la inversa en las mujeres vemos una completa ausencia de renovación que las lleva a la cristalización inmediata de su personalidad. Es curioso como estas personalidades mantienen un mismo tono durante décadas. Su fidelidad a su ánimus (o juicios heredados en la temprana edad) es ferviente. En este caso dependerá mucho de su educación temprana.

Ahora, sin importar el sexo del nativo, la experiencia y los años le terminarán diciendo que no hay forma de salir de este patrón. La búsqueda deja de hacerse a través del otro (la pareja), algunos porque habrán convertido la pareja en un matrimonio (Venus se convierte en Luna), otros porque terminan dándose cuenta que la pareja no es para ellos. En ese caso se desplazará la dinámica Venus en Tauro a otras áreas donde ocurrirá lo mismo, aunque ello garantice por lo menos que no suceda en el área de los sentimientos y las relaciones interpersonales. En otras palabras, la persona intentará construir un modus vivendi que demostrará autonomía absoluta, y rechazo a todas las normas sociales de apego y posesión.

Pero como no podemos librarnos nunca del objeto o punto especular de Venus, tomará entonces la forma del norte, o vocación, de la persona. El norte es ahora lo que antes era la pareja en nuestro recorrido. Y es allí donde la fuerza se posicionará: esto puede ir desde la búsqueda de lo desconocido, o la expresión del tabú de una época. Escorpio (o punto especular) toma la forma de esoterismo a ser develado e integrado, de inconsciente personal primero y después colectivo que se intenta captar e integrar en la personalidad. Los personajes citados más arriba responden a esta característica de forma muy clara.

Sea como sea, el nativo no dejará de sentir que debe conquistar lo desconocido, y si es fiel a esa sensación será capaz de sortear el riesgo a ser conquistado por su inconsciente (o ánima – ánimus) que sin duda es una fuerza contraria y voraz de la supuesta independencia de la conciencia. Allí Ishtar decide bajar a los infiernos, a enfrentar lo desconocido y potente de sí mismo, las fuerzas destructivas que subyacen en toda realidad desafiándola a adaptarse constantemente para su supervivencia. Luego de este viaje emprendido con Voluntad, acaba la amenaza devoradora, porque entiende cuál es la razón de la misma:

Mantener a la creación en movimiento, en una danza de energías que juegan constantes a definirse en formas, voluntades, acciones, identidades, personas. Que la finalidad de la dualidad es la comprensión, el juego, el movimiento de la razón misma del hombre. Esto, en una psicología joven implica el dolor de entender y ver a la realidad como una ilusión, de saber que no hay nada verdadero detrás del juego de las apariencias, las explicaciones y lo bien definido, que todo en la vida es un “para sí” y que no existen los “en sí”. Semejante demanda interna puede ser seria. Pero en una persona que ha develado el mecanismo con todo su ser implica el desafío de liberarse del movimiento de las formas, salirse del juego, para poder por fin dejar de ser las fichas para ser quién observa y, tal vez, dirige los movimientos del tablero.

De «El Libro Azul».

Comentarios

  1. Wowwww, primera vez que leo un articulo tan revelador, interesante con respecto a venus en tauro, un poquito dificil de entender, pero releyendolo nuevamente y de cierta forma acoplarlo a mi propia vida, se puede entender, es mas facil cuando pones ejemplos. Con la parte final me dejaste :O jaja porque creo que ya empeze con el camino super mega ultra introspectivo, navegando por las oscuras aguas del subinconsciente...... lo que me cuensta entender es en que aspecto afectaria la oposicion de saturno/pluto con este venus?. Tienes algun link donde pueda verlo? (si es que ya ha hablado de ese aspecto)... un abrazo y mucha luz por esta labor que haces, de compartir tus conocimientos

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