Venus en Géminis, o el camino del adolescente

Con Venus en Géminis la parte desprendida es filosofía, canal, sentido, estímulo. El estímulo pulsa la palabra hacia la coherencia, la filosofía da sentidos y resultados mayores y diferentes a la suma de palabras, el canal permite que las cosas sean entendidas de una forma específica, y evita que múltiples interpretaciones entorpezcan el diálogo. ¿Qué diálogo? El que se tiene con Lo Otro. Por nuestro recorrido de Venus hasta acá sabemos que Lo Otro se encuentra dentro y no fuera, pero las primeras relaciones con Lo Otro es a través de un otro, de el otro. Venus en Géminis nace entendiendo que “su amor es hacia sí mismo”, que su conquista es la de sí mismo, y lo más importante, que en su interioridad hay algo que lo llama, le atrae.
Como venimos diciendo en los artículos anteriores de Venus, el punto opuesto (que llamamos punto especular) cobra especial importancia cuando se trata de este planeta. Es en el p.e. Donde comienza el viaje de venus y donde encontraremos los desafíos del mismo. En él hallamos una descripción exacta de la atracción positiva, empática y, a veces fatal, hacia el otro, lo otro deseado, o el amante. Es decir, describe más y mejor lo que nos atrae o nuestra elección primaria de pareja.
Empecemos entonces por describir Sagitario en relación a Venus en Géminis. Para no justificar con demasiada semántica astrológica, vamos a utilizar analogías. Sagitario es un adolescente (digamos una persona que empieza a dar sus primeros pasos en el mundo de los adultos), Géminis sería un escolar (pre-adolescente?).
Las diferencias entre uno y el otro son estructurales desde nuestro punto de vista y no evolutivos, ni mucho menos jerárquicos. El escolar se dedica fundamentalmente, y todo el día, a explorar sus deseos, empieza a reconocer cosas que le gustan, su círculo social suele ser muy amplio, ya que en el colegio se la pasa vinculándose con muchas personas de su misma edad. Ello garantiza que su existencia sea dentro de un “código” que le es impuesto por el peso de su generación y el contagio entre los vínculos. Los adultos no se presentan tan lejanos, directamente habitan otra dimensión para nuestro pre-adolescente. Una dimensión que la mayoría no se interesa en integrar hasta que llegue el momento, sin consciencia obviamente que ese momento va a llegar y más rápido de lo que cree. Así y todo, el pre-adolescente paga un precio de responsabilidad y trabajo duro. Sus rutinas pueden ser estresantes al máximo. Comparado con el adulto promedio, el pre-adolescente trabaja duro y ello no se le reconoce en el mundo de los adultos. Todos los días tiene que cumplir un horario para ingresar a una institución que no sólo le dice cómo son las cosas, sino que les obliga a aprenderlas porque así son. Suele ser castigado el cuestionar, como mucho se le permite agregar más información a la información, pero que no se salga mucho del programa escolar. Aunque seamos realistas, son contados con los dedos de una mano los pre-adolescentes que hacen esto en el colegio, la mayoría van porque tienen que ir y estudian porque si no pasan de año sus padres los acribillan. El pre-adolescente no tiene una vida, más bien “una vida” con sus leyes (ocultas) se le impone a él, y nadie le explicará nada de lo que es realmente importante en la vida.
Un escolar puede hablarnos de muchas cosas interesantes: música de moda, tribus urbanas, fotosíntesis, revolución de mayo, algunos hasta se saben la tabla periódica de memoria!!!!!!
Pero nada de eso sirve, al pre-adolescente no le es dado nada para manejarse en la vida, como ser: Dinero – no aprenden a invertir, a cómo manejarse con el dinero y la importancia de saberse administrar, pensar a largos, medianos y cortos plazos. Amor – no aprenden sobre psicología del amor, que las hormonas a veces juegan malas pasadas, que las mujeres y los varones piensan diferente. Moral – no se les enseña moral, ética, la importancia de pensar en el otro, o incluso algún buen justificativo para hacerlo. Creatividad – los colegios más audaces tienen Música como materia, o “actividades plásticas” y a eso lo llaman desarrollar la creatividad. Pensar – un pre-adolescente no tiene noción de que hay diversos modos de estructurar el pensamiento siquiera. Vive en un mundo lleno de reglas que jamás le enseñaron a cuestionar. Viven asedidados por las modas, que los llevan de aquí para allá abandonados dentro de un velero en el cual nada les falta para saciar sus necesidades, pero eso sí: no conocen nada sobre el mar, y el timón se lo maneja otro.
Pasemos a describir al adolescente (Sagitario). Tenemos aquí a una persona que siempre le enseñaron que existen grados en el crecimiento, que “si rendís bien estas materias, el año que viene vas a tener estas otras”, todo progresivo, sin saltos bruscos. Los maestros, que saben mucho de metodología, se ocupan seriamente en que la entrada del niño al jardín sea suave, la entrada a la primaria sea suave, y a la secundaria también; hasta que de un “golpe” el adolescente se encuentra con que: debe trabajar o estudiar, si estudia no sabe qué estudiar y entonces trata de acertar con la carrera que le garantice dinero y felicidad. Seamos honestos, no son la mayoría los que aciertan al primer intento. Las facultades saben que al último año llega menos del 5% de los que empezaron en el primer año. Las relaciones de pareja se tornan complicadas, rápidamente deben decidir entre ellos mismos con sus mil problemas o lo que les dice su pareja (que obviamente también tiene mil problemas). El adolescente da manotazos, algunos les trae suerte y otros los hunden en insoportable incertidumbre. De tener una vida enrejada de horarios pasa a ser “independiente” en demasiadas cosas al mismo tiempo. La sociedad les presiona, los padres les presionan. Su cerebro es forzado de golpe a pasar de un funcionamiento acostumbrado a acumular datos para garantizarse el crecimiento por grados, a definir, decidir, qué tipo de vida y qué rumbo quiere tomar en mil cosas. Cada equivocación es pagada con tiempo perdido. Y la sociedad tiene un esquema rígido de metas a cumplir, en años específicos. Hay algunos que corren esa carrera porque pueden, y otros que quieren correrla pero no pueden (volviéndose resentidos: sí, en el adolescente aparece el primer resentimiento de lo que no se pudo ser), y otros que son lo suficientemente creativos para correr su carrera paralela pero no igual a la que se le impone a su sociedad. Ninguno puede decidir en qué lugar de esos va a estar, porque no es una cuestión de decisión, sino de afinidad natural. Tarde o temprano el adolescente debe ajustar la vida a un sentido, lograr él mismo el sentido que tenía el colegio cuando aprendía, sentido que nunca le develaron. Debe crear un sentido que pueda contener todos sus deseos y decisiones en una avance estable y progresivo en la vida. No es importante el dato sino el sentido de cada uno de los datos que ingresan a su cerebro. No puede perder tiempo en estudiarse la tabla periódica de los elementos porque no le sirve en su situación actual.
El adolescente termina adoptando un sistema rígido de creencias, ya decía Oscar Wilde: “El anciano cree todo; el de mediana edad sospecha todo; el joven sabe todo.” Acorde a nuestras definiciones, el adolescente no trata con el pre-adolesente, ambos viven en mundos distintos. Pero si vemos estas dos palabras en vez de como personas como estructuras, fácilmente desprendemos que el adolescente existe en la vida del pre-adolescente como colegio. Sí, el colegio es el adolescente con el que se vincula el pre-. La escuela es el referente adolescente del pre-adolescente. Sólo cuando este adolescente desaparece, y no antes, el pre-adolescente deja de ser “pre-”. No porque el colegio lo haya formado, sino porque al dejar de ocupar por él ese lugar, ahora lo tiene que ocupar él mismo.
El adolescente no está consigo, sino que su función es ser “parasigo”. El hace para él, debe construir para él, debe “ir hacia...” por él, pero pocas veces tiene tiempo para estar con él como el pre-adolescente.
Basta de analogías y hablemos con propiedad, Sagitario le garantiza a Venus en Géminis poder estar consigo mismo. El hechizo amoroso se activa hacia aquello o aquel que le permita eso. Así tenemos desde el roquero que ama la música mientras se acuesta con todas sus fans en un narcisistico embelesamiento idílico con su magnetismo personal, hasta Krishnamurtti que amó una determinada percepción del mundo que le permitió estar consigo mismo en un estado nirvánico con el que acabó sus días.
Siempre hay un pre-adolescente empedernido que se rehúsa a crecer entre la comunidad de Venus en Géminis, hasta que dan con una pareja que les sirve de adolescente que les organiza la vida siempre y cuando también les garantice la posibilidad de vivir un idilio con ellos mismos.
La dinámica descrita hasta acá es propiamente masculina, y suelen encarnarla más los varones. La mujer suele comenzar su recorrido polarizada en el lado sagitariano, incluso terminan el colegio y rápidamente toman un curso claro de acción, encuentran pareja rápido y la profesión se define con la misma rapidez. Existe en ellas una clara fidelidad amorosa hacia lo que les asegura, como el colegio, un contexto dentro del cuál vibrar, puede ser un trabajo, escalar en una empresa o vocación. La pareja suele ser un compañero que no toma la importancia que se da en otros Venus, mientras Venus en Géminis expresa su amor hacia la consecución de sus metas próximas como su verdadero y más estable amante. En muchos casos la pareja surge de la misma estructura a la que es fiel, por ejemplo: compañero de baile, de la misma profesión que la persona, metafóricamente hablando: “del mismo colegio”.
Ahora bien, hay hombres que tienen un claro movimiento femenino de Venus en Géminis, y mujeres que tienen un movimiento masculino. Cuando esto se da a la inversa vemos en los hombres un intenso cuestionamiento sobre los órdenes, los juicios sociales imperantes, el magma filosófico dentro del cual el pensamiento se vuelve aletargado, su búsqueda tiende a romper con lo establecido y a fijar su propia “estructura de sentido” sin adherirse a ninguna preestablecida. En las mujeres vemos un característico tipo de seducción, del orden de lo provocador y lúdico que enardece las fantasías del groso de los varones, generalmente tienen o pasan por muchas parejas, y de cada una rescata algo que le parece muy atractivo. Hay una confianza en la vida que a veces puede parecerle a otros irracional.
Sin importar el sexo del nativo, la experiencia y los años le terminarán diciendo que no hay forma de salir de este patrón. La búsqueda deja de hacerse a través del otro (la pareja), algunos porque habrán convertido la pareja en un matrimonio (venus se convierte en luna), otros porque terminan dándose cuenta que la pareja no es para ellos. En ese caso se desplazará la dinámica Venus en Géminis a otras áreas donde ocurrirá lo mismo, aunque ello garantice por lo menos que no suceda en el área de los sentimientos y las relaciones interpersonales. En otras palabras, la persona intentará construir un modus vivendi que demostrará autonomía absoluta, y rechazo a todas las normas sociales de apego y posesión.
Pero como no podemos librarnos nunca del objeto o punto especular de venus, tomará entonces la forma del norte, o vocación, de la persona. El norte es ahora lo que antes era la pareja en nuestro recorrido. Y es allí donde la fuerza se posicionará: esto puede ir desde la búsqueda de un sentido sólido, cuya fidelidad al mismo le garantizará esa preciada sensación de libertad. Sagitario (o punto especular) toma la forma de filosofía de vida.
Es en este punto donde Ishtar decide bajar a los infiernos, a encontrar que la fidelidad a una visión de la vida garantiza que la realidad responda a su favor y no en contra. Luego de este viaje emprendido con Voluntad, se llega a dar cuenta de que no hay diferencia entre el “observador y lo observado”, frase y filosofía que profundiza Krishnamurtti (Venus en Géminis) y donde a mi juicio logró dar con lo más profundo de Venus en Géminis: la unidad que subyace a la dualidad sujeto-objeto.

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